viernes, noviembre 22, 2024
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Vaginas de laboratorio

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Un equipo de investigación dirigido por Anthony Atala, director del Centro Médico Wake Forest Baptist del Instituto de Medicina Regenerativa, en Winston-Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos, informan en Lancet del éxito de la implantación en cuatro adolescentes de órganos vaginales que fueron diseñados con sus propias células y cultivados en el laboratorio.

«Este estudio piloto es el primero en demostrar que los órganos vaginales pueden ser construidos en el laboratorio y usarse con éxito en los humanos», subraya Atala. «Esto puede representar una nueva opción para los pacientes que requieren cirugía reconstructiva vaginal. Además, este estudio es un ejemplo más de cómo las estrategias de medicina regenerativa se pueden aplicar a una variedad de tejidos y órganos», añade.

Las chicas de esta investigación nacieron con el síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), una enfermedad genética rara en la que la vagina y el útero están subdesarrollados o ausentes. El tratamiento podría también, potencialmente, aplicarse en pacientes con cáncer vaginal o lesiones, según los autores.

Las chicas tenían entre 13 y 18 años de edad en el momento de las cirugías, que se realizaron entre junio de 2005 y octubre de 2008. Los datos de las visitas anuales de seguimiento muestran que incluso hasta ocho años después de la implantación, los órganos funcionan de forma normal.

«Biopsias tisulares, imágenes por resonancia magnética y exámenes internos confirmaron que las vaginas de ingeniería eran similares en forma y función al tejido nativo», afirma la autora principal, Atlantida-Raya Rivera, directora del Laboratorio de Ingeniería de Tejidos del síndrome MRKH en la Ciudad de México, donde se practicaron las cirugías. Además,las respuestas de los pacientes a un cuestionario mostraron que tenían una función sexual normal después del tratamiento, incluyendo el deseo y relaciones sexuales sin dolor.

Las estructuras de los órganos fueron diseñadas utilizando el músculo y las células epiteliales (las células que recubren las cavidades del cuerpo) de una pequeña biopsia de los genitales externos de cada paciente. Las células se extrajeron de los tejidos, se expandieron y luego se colocaron en un material biodegradable que fue cosido a mano en forma de vagina, de forma que estos andamios se hicieron a medida para adaptarse a cada paciente.

Alrededor de entre cinco y seis semanas después de la biopsia, los cirujanos crearon un canal en la pelvis del paciente y suturaron el andamio a las estructuras reproductivas. La investigación anterior de laboratorio y clínica de Atala demostró que una vez que los andamios con células se implantan en el cuerpo, los nervios y los vasos sanguíneos se forman y las células se expanden y se forma tejido.

Al mismo tiempo el material de este andamio es absorbido por el cuerpo, las células depositan materiales para formar una estructura de soporte permanente, reemplazando gradualmente el andamio diseñado con un nuevo órgano. Las pruebas de seguimiento de las vaginas creadas en el laboratorio mostraron que el margen entre el tejido nativo y los segmentos de ingeniería era indistinguible y que el andamio se había convertido en tejido vaginal tricapa.

Los tratamientos actuales para el síndrome MRHK incluyen la dilatación del tejido existente o la cirugía reconstructiva para crear nuevo tejido vaginal. Se puede usar una variedad de materiales para construir una nueva vagina quirúrgicamente, a partir de injertos de piel al tejido que recubren la cavidad abdominal, pero estos sustitutos, a menudo, carecen de una capa muscular normal y algunos pacientes pueden desarrollar un estrechamiento o una contracción de la vagina.

Los investigadores señalan que con los tratamientos convencionales, la tasa global de complicaciones es de hasta un 75 por ciento en pacientes pediátricos, con el estrechamiento como la complicación más común. Antes de iniciar el estudio clínico piloto, el equipo de Atala evaluó vaginas de laboratorio construidas para ratones y conejos a partir de principios de 1990, donde los expertos descubrieron la importancia del uso de las células en los andamios.

El equipo de Atala usó un enfoque similar para diseñar vejigas de sustitución que fueron implantadas en nueve niños a partir de 1998, convirtiéndose en los primeros en el mundo que implantan órganos cultivados en el laboratorio en seres humanos. Estos expertos también han implantado con éxito tubos de orina de laboratorio de ingeniería (uretra) en niños de corta edad.

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