Cada vez son más las empresas que incorporan a sus equipos de trabajo nuevas herramientas capaces de realizar funciones que hasta hace poco eran propias de los seres humanos, incluso llegando a superarles. Esto ha creado un gran revuelo en la sociedad por el miedo de todos los trabajadores a ser sustituidos por una máquina. Las altas tecnologías han sido capaces de dotar a dichas máquinas de mecanismos capaces de sustituir la actividad humana, otorgándolas una alta capacidad de almacenamiento y de cálculo que ofrece grandes ventajas a las organizaciones.
Este tipo de Inteligencia Artificial ha sido atribuido a diversos ámbitos como la sanidad, la economía y la ciencia, entre otros, permitiendo grandes avances en los estudios de dichas ramas. Incluso como es sabido, algunas máquinas pueden llegar a sentir y tomar decisiones como en algunas aplicaciones ya creadas como Netflix y Facebook en donde las propias páginas originan recomendaciones basándose en las preferencias del usuario. También en los últimos años se han creado películas acerca de la IA, como por ejemplo «Her», dónde el protagonista se enamora de la propia máquina.
Muchos estudiosos del tema se han planteado la idea de que las máquinas dominen el futuro, entrando a debatir sobre si la IA es una oportunidad o una amenaza, una promesa o un estancamiento en cuanto a los profesionales se refiere. Cierto es que la posibilidad de insertar dichos aparatos tecnológicos supone unos auténticos beneficios económicos y un gran avance en el mercado de las empresas, pero también cabe la posibilidad de que se propicie un déficit de puestos de trabajo por resultar innecesaria la presencia humana.
Entre los últimos avances, destacan los creados por el buscador Google, donde su Inteligencia Artificial, tal y como se ha observado, llega a programar de manera efectiva su funcionamiento así como también el de otras Inteligencias Artificiales mejor que sus propios creadores. La pregunta que salió a la luz era: ¿Un robot tiene la posibilidad de crear y programar otro robot? En el mes de octubre varios ingenieros y programadores estudiaron una de las IA de Google, AutoML. Pudo comprobarse que cabe la posibilidad de que los robots puedan mejorarse y actualizarse así mismos así como también a otras redes neuronales diferentes.
Se detectó el sistema NASNet, un algoritmo capaz de organizar las imágenes de Google y también de otorgarlas etiquetas específicas. Y lo mejor de todo: esta vez ha sido una máquina la que ha originado este algoritmo. Según el estudio se comprobó que dicha aplicación acierta el 82,7% de las propiedades de la fotografía.
En mayo del 2017, se creó Machine Learning, un sistema con el que las máquinas aprenden las unas de las otras y que permite emplear la Inteligencia Artificial como medios de programación generando entre otras de las ventajas, un ahorro de los costes al no invertir en equipos especializados para dicha tarea. Otro desarrollo de dicha compañía se produjo el pasado martes 24 de octubre permitiendo que los desarrolladores de terceros pudieran integrar sus servicios directamente en el correo electrónico.
También con el lanzamiento de los nuevos modelos de Apple, el pasado 12 de septiembre, se dio a conocer los nuevos mecanismos de Inteligencia Artificial que generaban mejoras en cuanto a los modelos anteriores como el Iphone X, con pantalla OLED, reconocimiento facial y chip biónico.
La Inteligencia Artificial se encuentra en un desarrollo constante. Es más, se considera uno de los factores que dominarán la sociedad en un futuro cercano por su gran atractivo y eficacia.
Ana Paredes