El año que empieza trae perocupaciones para Facebook y YouTube, el crecimiento de ambas compañçias puede verse comprometido si no atiende determinadas demandas de los reguladores y de los propios usuarios.
YouTube comienza a prestar atención a la extrema derecha
La cadena de televisión más grande del mundo ha comenzado a darse cuenta de que una y otra vez se la cita como parte de la «vía de radicalización» que convierte a hombres jóvenes – hay pocos casos de mujeres- de personas que no salen de la habitación a asesinos en masa.
A finales de 2017, YouTube comenzó a tomar medidas, actuando por primera vez para eliminar material que previamente se había introducido en sus canales. Los videos con sermones de Anwar al-Awlaki, el predicador radical conocido como «YoTuber islamista», fueron eliminados en su totalidad. Más de 50 mil predicadores y videos del radicalismo islámico fueron desconectados como resultado.
Pero los islamistas no son los únicos extremistas en YouTube. El sitio ha sido responsabilizado por su papel en la radicalización de los neofascistas y los supremacistas blancos. Al igual que con el extremismo islámico, el contenido más duro se elimina, pero el camino permanece abierto para la extrema derecha,
La situación parece insostenible, sin embargo. Si se pueden eliminar contenidos islámicos porque ayudan a radicalizar, incluso si no contraviene directamente las directrices del sitio, ¿cómo puede una clase de radicalización ser tratada de manera diferente a otra?
Facebook y el negocio electoral
Realmente la compañía no tiene respuestas para las grandes responsabilidades que afronta este año. Está atrapada entre dos imperativos competitivos y es difícil adivinar como salir de ellos.
Por un lado, la compañía afirma que ha logrado proteger a los EE. UU. contra una mayor interferencia rusa. Esa es una preocupación casi existencial para Facebook: la investigación que han sufrido por parte de la Agencia de Investigación de Internet ha sido un infierno para la compañía.
Sin embargo, esa necesidad defensiva va más allá de solo Rusia. Facebook todavía tiene un problema con las «noticias falsas»: sus esfuerzos por obstaculizar la propagación de engaños, falsos informes y propaganda deliberada no han funcionado.
Pero, desde el punto de vista comercial, Facebook aún necesita demostrar que puede influir en las elecciones. Está llegando a funcionarios electos y candidatos de todo el mundo, incluso diseñando páginas electorales, y definiendo procesos de compras de anuncios y publicidad.
Es fácil imaginar a Facebook logrando lo peor de ambos mundos. En un esfuerzo por protegerse contra la información errónea, ya ha comenzado a prometer nuevas restricciones a los anuncios políticos, lo que podría hacerle daño cuando se trata de una gran parte del gasto publicitario de EE. UU. Pero esas restricciones no serían suficientes para evitar una determinada campaña, ni podrían hacerlo, sin cambiar por completo la naturaleza del sitio de Facebook.
Miguel de la Balsa