viernes, noviembre 22, 2024
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Un estudio plantea que Extremadura debería cobrar por ser el sumidero de CO2

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El estudio, que ha dirigido el catedrático Julián Mora Aliseda y en el que participan varios miembros del Grupo de Investigación en Desarrollo Sostenible y Planificación Territorial (DESOSTE) de la UEX, recoge que la superficie de bosque va ganando terreno y se abandonan las tierras agrícolas menos fértiles.

Además, el proyecto, que refleja que Extremadura ha perdido 45.000 habitantes en lo que va de siglo, está analizando pormenorizadamente los cambios paisajísticos y territoriales de la Comunidad Autónoma durante estos últimos 19 años.

Según señala, durante este siglo los principales municipios se encuentran en una fase de estancamiento demográfico con tendencia a la pérdida de habitantes, así como que 4.100 personas abandonen cada año la región para encontrar oportunidades laborales, y añade que las previsiones son que en 2040 tendrá la región los mismos habitantes que los que tenía en 1870.

Según el estudio, el aumento de la superficie forestal en detrimento de las tierras de cultivo también resalta en el perfil territorial extremeño, ya que han experimentado un descenso del 14 por ciento en las dos últimas décadas.

Según Mora Aliseda, la región está ganando superficie forestal desde 1992, y en la actualidad el 70 por ciento de su suelo lo conforma el bosque y el pastizal, cifras que «hablan de Extremadura como la región más verde y la cuarta más boscosa de España».

Para Mora Aliseda, el denominado «impacto ecológico» que azota el planeta «es altamente positivo» en el caso de Extremadura, ya que de sus 41.634 Kilómetros cuadrados de extensión, «casi tres cuartas partes es superficie verde, de bosques y pastos», con 630 millones de árboles (550 árboles por cada habitante, muy por encima de la media española, europea y mundial).

Por el contrario, la superficie artificial, que incluye embalses, líneas férreas, carreteras y núcleos urbanos, solo representa el 1 por ciento del territorio.

Por todo ello, considera que Extremadura se erige en una «región sumidero de CO2», que absorbe cada año el equivalente a todas las emisiones de los coches que circulan por la Unión Europea, Rusia y Japón, y se pregunta qué recibe por ello.

Mora Aliseda asegura que «si no nos podemos desarrollar pero somos los que más contribuimos a mantener el medio ambiente deberíamos empezar a plantearnos políticas que reivindiquen el cobro de los servicios ecosistémicos prestados».

Para él, «esta sería la gran oportunidad de Extremadura», y acuña el principio de «quien conserva que cobre», ya que está en la propia legislación europea pagar por contaminar. 

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