viernes, noviembre 22, 2024
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Expertos advierten: la edad es una variable pero no condena a sufrir COVID-19

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«Es cierto que los mayores son físicamente más vulnerables, pero me gustaría recordar que, aun siendo vulnerables, la mayor parte de ellos están bien y la mayoría de los afectados supera la infección por coronavirus», afirma Javier Yanguas, doctor en Psicología y director científico del Programa de Mayores de la Fundación La Caixa.

Este experto defiende que situar la edad del paciente en los titulares que resumen cada día las cifras de contagiados o fallecidos, sin contexto, no es una buena práctica.

«Los ancianos aparecen como presuntos culpables, entre comillas. Da la sensación de que, mientras sean ellos, a nosotros no nos toca. Incluso creo que a la gente le produce cierto alivio. Esta mañana en el supermercado escuchaba que una persona le decía a otra que el coronavirus afecta solo a gente mayor».

No se trata de disfrazar la realidad, explica el psicólogo, sino de no contribuir a victimizar con discursos «tremendistas» que dejan al margen el hecho que muchos mayores están bien y que, también a determinadas edades, es posible superar el contagio.

Para Yanguas, el que haya muchos ancianos fallecidos por coronavirus no debe llevar a afirmar que la población mayor de 65 años es vulnerable en todas las áreas de la vida.

«Yo creo que una cosa es la fragilidad de un grupo de riesgo a nivel físico y otra es que lo sea para todos los aspectos vitales. Seguro que hay gente mayor más empoderada y más capaz de hacer frente a esta situación que muchas personas jóvenes», afirma.

SOLEDAD Y AISLAMIENTO, COMPAÑEROS HABITUALES

El psicólogo pone como ejemplo que vivir en soledad y salir poco o nada a la calle es una circunstancia habitual para muchos ancianos. «Me planteo si realmente estarán notando mucho más su soledad. No lo sé; lo que creo es que ahora nosotros somos más capaces de experimentar el aislamiento y la soledad que sufren muchos de ellos en su vida cotidiana».

El director científico del programa de mayores de esta fundación aconseja intentar disminuir el «aislamiento afectivo» durante el estado de alarma, tanto a nivel familiar como vecinal.

Las redes de apoyo que se están generando de forma espontánea entre los vecinos –que permiten, por ejemplo, acercar la compra a la puerta de los que tienen menos movilidad– están siendo fundamentales para garantizar el bienestar de las personas más vulnerables.

Este experto también aconseja a las familias disminuir la distancia emocional, «no la distancia objetiva de un metro» a la que estamos obligados. Llamadas más frecuentes, envío de correos electrónicos, conectar a nietos y abuelos a través de dispositivos electrónicos… Todo contribuye a romper el confinamiento sin vulnerar las normas del estado de alarma.

NO SOLTAR LAS RIENDAS DE SU VIDA

Fomentar las redes de apoyo comunitario, sensibilizar a la ciudadanía sobre las necesidades de los mayores y aprender a estar solos son los tres principios que la Fundación aplica en sus programas de voluntariado con mayores y que, según su director científico, son aplicables a una situación como la que vivimos.

Ante el «ruido» que están generando tantos datos y declaraciones sobre la pandemia, Javier Yanguas aconseja no solo a los mayores sino a la población en general seguir tres pautas para no sentirse víctimas de la situación:

– Programar el día. Planificar tareas, tanto físicas como intelectuales, siempre que sea posible; buscar actividades de ocio que proporcionen placer y bienestar; promover las relaciones sociales a distancia a través conversaciones telefónicas o vía internet.

– Mantener un pensamiento positivo; entender que existen recursos para afrontar de forma positiva la pandemia y que esta tendrá un final.

– Favorecer el apoyo mutuo, porque los mayores también pueden ayudar. «Cualquier cosa que te proyecta y ayuda a los demás te llena de emociones positivas y da significado a tu vida», afirma este experto.

En definitiva, que la jornada no se convierta en una mera sucesión de minutos, sino que realmente seamos capaces de poner un poco de sentido a nuestras vidas. «Y dar sentido es, en muchas ocasiones, hacer cosas por los demás», concluye Yanguas. 

 

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