El estudio, que publica la revista ‘Molecular Cancer’, también ha demostrado que analizar el ARN podría avanzar información sobre la progresión de un tumor.
El hallazgo, según los investigadores, abre la puerta al desarrollo de estrategias nunca antes contempladas en la lucha contra el cáncer.
La investigación, dirigida por el director del Instituto y catedrático de Genética de la Universidad de Barcelona, Manel Esteller, ha demostrado que los ARN de transferencia para determinados aminoácidos están alterados a nivel epigenético en algunos tipos de cáncer, expresándose de forma exagerada en algunos casos y siendo deficitarios en otros.
Según ha explicado Esteller, «nuestro ADN dicta las órdenes para producir los ladrillos que forman nuestras células, las proteínas, que se producen en el medio intracelular que llamamos ribosomas, similares a setas minúsculas. En estas cadenas de montaje es donde intervienen los ARN de transferencia, unas moléculas que leen la información genética y proporcionan los aminoácidos adecuados para unirlos en un mecanismo universal que sirve para todas las proteínas del cuerpo humano, desde la hemoglobina hasta la insulina».
Hasta ahora, se creía que estos ARN de transferencia eran como robots, siempre repitiendo la misma rutina y sin capacidad alguna de ser regulados o modificados, y que no jugaban un papel relevante como causa de enfermedades.
Sin embargo, su gran variabilidad hizo pensar a Esteller que podría haber algo más.
«Hay más de doscientos ARN de transferencia distintos que llevan enganchados cada uno un aminoácido específico. Tal diversidad en el genoma humano nos hizo pensar que no debían ser solo piezas repetitivas, que de forma monótona iban empaquetando los aminoácidos en cajas para elaborar las proteínas, sino que también podrían estar regulados de forma personalizada y contribuir al origen de ciertas patologías», ha detallado Esteller.
El primer paso fue estudiar a sus patrones de expresión en tumores humanos mediante herramientas de bioinformática.
«Observamos que sus perfiles de expresión en los tejidos cancerosos eran diferentes que en las partes sanas y, además, dependían muchas veces del órgano afectado», ha indicado el investigador.
Los científicos demostraron a continuación en el laboratorio un par de casos concretos: un ARN de transferencia para el aminoácido isoleucina, que dejaba de estar presente en el cáncer de colon, y otro en el cáncer de útero donde se abría un interruptor que activa la sobreexpresión de un ARN de transferencia para el aminoácido arginina.
Según el trabajo, esta lesión epigenética se asociaba a un peor curso clínico del tumor en las pacientes que lo poseían, lo que abre una nueva vía posible de tratamiento, ya que cuando los investigadores volvían a silenciar este miembro de la cadena de montaje de las proteínas, los tumores dejaban de crecer, siempre en estudios preclínicos.
«Nuestro trabajo demuestra que estas moléculas participan activamente en el desarrollo del cáncer y podrían ser dianas atrayentes para fármacos de nueva generación», ha concluido Esteller. EFE
A.M.