Sin margen de error posible, el Real Madrid tendrá que volver a apostar a todo o nada en el cuarto partido de la eliminatoria de semifinales contra el Caja Laboral para igualar la serie, y volver a Vitoria a disputar el quinto y definitivo partido, o para despedirse de la temporada.
Después de tres partidos disputados, 1-2 para los de Vitoria, está claro que cualquier resultado podría haber sido válido a estar alturas, desde el 3-0 para el Real Madrid al 0-3 para el Caja laboral, dada la igualdad de todos los enfrentamientos.
Así las cosas, parece que el Real Madrid ha encontrado la forma de minimizar el daño que produce Tiago Splitter bajo los tableros, el que produce Mirza Teletovic desde el tiro de tres y el de Marcelinho Huertas desde la dirección. El problema es la continuidad.
Desde una defensa espartana, plena de ayudas y de sacrificios, el Real Madrid de Ettore Messina mantiene la igualdad en el marcador y su mayor capacidad ofensiva le ofrece la posibilidad de victoria, pero para lo que todavía no ha encontrado antídoto el técnico italiano es para esos cuatro o cinco minutos ‘tontos’ en los que nada funciona y todo se viene abajo.
La defensa se desmorona, el aro rival se cubre con una lona e impide que ningún balón lo atraviese, ya venga de lejos o de cerca, y la moral de los blancos desaparece como por encantamiento.
La mayor o menor cercanía con el final del partido obliga a una heroicidad rayana en el paroxismo y así es complicado ganar.
«Nos faltó una defensa más fuerte en los partidos anteriores. Estuvimos blandos, pero con el apoyo de la afición logramos mejorar este aspecto y alcanzar la victoria, dijo Sergio Llull, uno de los artífices de la primera victoria del Real Madrid en la serie de semifinales.
El viernes, nueva entrega del serial. Si gana el Madrid se ganará el derecho a volver a Vitoria a defender su suerte en el Fernando Buesa Arena, en el quinto y definitivo partido, en el mismo escenario donde se quedó a un ‘casi’ de ganar con Bullock y Reyes como protagonistas finales.