Real Madrid y Espanyol (1-1) firmaron las tablas este sábado en Cornellá-El Prat gracias a los tantos de Stuani e Higuaín, por lo que los de José Mourinho cedieron en bandeja el título de Liga al Barcelona en la trigésimo quinta jornada, y se agarran a la final de la Copa del Rey del próximo viernes para cerrar con la temporada con un trofeo en sus vitrinas.
Un Real Madrid repleto de suplentes salió a Cornellá-El Prat para cerrar el último acto que precede a la final de la Copa del Rey ante el Atlético. Dos derrotas consecutivas y la necesidad de vencer frente a su público eran las únicas urgencias de un Espanyol que, de la mano de Javier Aguirre, ha conseguido alzar al vuelo para terminar la temporada en una zona tranquila de la clasificación.
Sin la brújula de Xabi Alonso en el centro del campo, el Real Madrid no supo darle al juego la agilidad que pedía en los primeros minutos. De este modo, el Espanyol fue perdiendo de poco en poco el respeto que podía infundirle el segundo clasificado sobre su césped. Las tres últimas visitas ‘merengues’ al feudo perico, todas con victoria, se olvidaron.
Transcurrirían veinte minutos sin apenas avisos en ningún área hasta que Stuani decidió estrenar el marcador. El uruguayo aprovechó varios rechaces en el área tras la salida de un córner. El balón tocó las mallas y los jugadores del Madrid se llevaron las manos a la cabeza. No sólo por la derrota; la derrota o empate convertían al Barcelona en campeón de forma matemática. Para colmo, Varane se había retirado hacía unos minutos lesionado.
Su lesión, en cambio, propició la entrada de Xabi Alonso. El tolosarra irrumpió en el centro del campo par poner orden. Sin embargo, fue testigo de varias embestidas blanquiazules. Una fue de Stuani, en un mano a mano que salvó Diego López. Después Hétor Moreno. El mexicano anotó, pero el tanto fue anulado por precederle un forcejeo con el recién ingresado al terreno de juego.
La artillería blanca sólo llega al empate
Decidido a cambiar el protagonismo que había adquirido Diego López con sus intervenciones en la primera mitad, Mourinho alineó a todos sus estiletes. Benzema ocupó el sitio de Morata; Cristiano el de Kaka. El coraje y las prisas provocaron las primeras llegadas blancas con verdadero peligro. En una de ellas, Modric botó un libre indirecto que iría a parar a la testa de Higuaín. El argentino cabeceó para dar aire a los suyos y aportar en la intentona de frenar el alirón azulgrana –al menos un día más–.
El partido se trabó. No hubo acuerdo entre los equipos. Sus objetivos eran opuestos. Obligaron a que Iglesias Villanueva acabara acumulando once tarjetas amarillas. Las intentonas aisladas sobre ambas áreas –con el Madrid volcado y el Espanyol agarrado a la contra– no rompieron la quietud del marcador. Ni siquiera la expulsión de Víctor Sánchez en los últimos minutos hizo ver una vía posible hacia las redes de la portería de Casilla.
Estrella Digital/EP