El canterano del F.C Barcelona no tenía sitio en el once inicial del equipo europeo más exitoso de los últimos tiempos y decidió buscar su lugar junto a su viejo entrenador. El Bayern de Guardiola pagó 25 millones de euros y dadas las circunstancias parecía que todos quedaban contentos y felices con el traspaso. Sin embargo, la situación ha hecho que salgan a relucir las viejas rencillas entre el técnico y el presidente actual con el viejo entrenador azulgrana.
Thiago no ha dudado ni un momento y se ha puesto de su actual valedor en el Bayern. El centrocampista de la Sub 21 ni siquiera se despidió de Tito Vilanova antes de marcharse, pese a que sí acudió a las instalaciones del Barça para despedirse de sus compañeros. Según el diario Sport, el club está muy disgustado porque considera que el jugador le ha hecho un «feo» a su hasta ahora entrenador.
Los motivos por los que Thiago está disgustado con su entrenador son varios. Primero, no termina de entender los pocos minutos que tuvo la temporada pasada, aunque lo más importante para él es que el entrenador ni siquiera se molestó en llamarle cuando supo su intención de marcharse del equipo, antes de que apareciera Guardiola en escena. A Thiago le hubiese gustado que le prometiesen que iba a tener minutos.
Además, Thiago también decidió que no iba a despedirse de la afición barcelonesa y prefirió no convocar ninguna rueda de prensa. Algunos sectores de la hinchada azulgrana también han considerado que el jugador es un desagradecido y que no valora la formación que ha recibido del club durante años.
Por otra parte, Thiago se pone de parte de Guardiola en la lucha entre entrenadores que ya es evidente. Parecía que Tito quedaba al margen de la disputa con Rosell, pero en los últimos días la amistad entre los que formaran parte del mismo cuerpo técnico está muy en entredicho. Tito no ha dudado en decir en rueda de prensa que se encuentra disgustado porque Pep no le visitó durante su enfermedad y El Mundo asegura que las mujeres de los entrenadores «coincidieron en un parque de Manhattan y se reprocharon a grito pelado las mutuas deslealtades».