Una estrella mundial no nace de la noche a la mañana. Los principales jugadores del mundo se forman como todos los demás, jugando en el equipo con sus amigos o en las calles. El caso de Cristiano Ronaldo no puede ser menos.
El de Madeira también fue niño, aunque ahora por su rendimiento parezca más un superhéroe. Sin embargo, para su madre no ha cambiado tanto y por eso se ha decidido a contar las intimidades del luso en una entrevista.
Por una parte, era de esperar que, como el protagonista de Óliver y Benji, CR7 pasase toda su infancia pegado al balón: «Cuando llegaba a casa y le decía que se fuera a su cuarto a estudiar, él me decía que no tenía deberes y se iba a la calle a jugar; no volvía hasta las 21:30», dijo en la presentación de un libro que cuenta más anécdotas parecidas titulado ‘Cristiano Ronaldo, historia de una ambición sin límites’.
Sin embargo, lo que más llama la atención es la relación que tenia el crack con sus amigos de la infancia. «Le llamaban llorica porque se le caían las lágrimas y se enfadaba fácilmente porque un compañero no le pasaba la pelota, porque alguien o él mismo fallaba un gol, un pase, o porque el equipo no jugaba como él quería», señaló Dolores Aveiro.
Sin embargo, Ronaldo tenía otro apodo algo menos ofensivo: «el otro apodo que le pusieron fue Abelhinha porque como una abeja no paraba ni un minuto y se pasaba el partido revoloteando por el campo», apuntó.»Cristiano era un llorica y soportaba los motes que le ponían sus compañeros»