El fútbol de Kuwait difícilmente se puede convertir en noticia en Europa. Ni siquiera dentro de su continente encuentra repercusión de forma habitual, pero el partido entre el Alarabi y el Alnasar pasará a la historia por una de las imágenes más lamentables de la historia del deporte rey.
La figura del colegiado, que tantas veces se pone en entredicho de forma gratuita y que muchas veces tiene que soportar todo tipo de agresiones, quedó verdaderamente dañada por la actuación de este trencilla. El partido terminó con victoria visitante por un gol a cuatro, pero poco importa eso en realidad. Tampoco importaría el resultado si el partido fuese un Madrid-Barça.
En este caso, lo verdaderamente transcendental es el gancho que el colegiado le pegó a uno de los jugadores y la patada que le lanzó a otro de ellos. Todo porque los futbolistas fueron a protestarle ante un penalti dudoso.
Además, el árbitro encolerizado empezó a sacar tarjetas rojas como si tuviese una ametralladora en el bolsillo, a los jugadores de campo y también a los del banquillo. Por si fuera poco, siguió pitando como si nada, pero otro jugador decidió darle un pelotazo en el saque después del gol. Demasiado pacífica fue la reacción de los futbolistas.