El tenista español Rafa Nadal ha conquistado por novena vez Roland Garros después de imponerse (3-6, 7-5, 6-2, 6-4) este domingo al serbio Novak Djokovic en la final del segundo 'grande' de la temporada, situándose como el segundo mejor tenista de la historia en títulos de 'Grand Slam', y dando un golpe en la mesa ante un aspirante que se queda sin arrebatarle el número uno y sin lograr el único de los cuatro 'grandes' que le falta por conseguir.
Cuando uno aborda la figura de Rafa Nadal se queda sin adjetivos, sin calificativos que hagan justicia a la grandeza del personaje. Un tenista que con 28 años recién cumplidos ha logrado vencer 14 títulos de 'Grand Slam' –igualando a Pete Sampras y solo superado por Roger Federer con 17–, se ha hecho con 9 títulos de Roland Garros –nadie en toda la historia del tenis había logrado más de 8 triunfos en un mismo torneo–, ha sido el primero en ganar cinco veces consecutivas la 'Copa de los Mosqueteros' y tiene un récord de 66 victorias y una única derrota en la tierra de París. Ese es el currículum de Rafa.
Ante eso poco más se puede decir. Este domingo saltó a la Philippe Chatrier sin ser favorito, pues llegaba tras una temporada irregular, con problemas en la espalda a principio de año y con problemas, y estos eran más preocupantes, en la temporada de tierra batida. En su superficie fetiche, donde es seguramente el mejor de todos los tiempos, Nadal solo había conseguido ser cuartofinalista en Montecarlo y Barcelona y había perdido la final de Roma (antes de llegar a París) contra Djokovic, tan solo logró imponerse en Madrid. Era la primera vez en los últimos nueve años en la que el español llegaba a Roland Garros sin ganar al menos dos títulos de la gira europea de tierra.
Por todo ello, a pesar de que el camino del español hacia la final fue más o menos cómodo, el favorito sobre la tierra parisina era esta vez un Djokovic que venía de superar a Rafa en Roma y que se jugaba arrebatarle el número uno a Nadal y ser el octavo tenista de la historia en lograr el 'Grand Slam'. Además el serbio había ganado los últimos cuatro enfrentamientos al español.
Así que, cuando en el octavo juego del primer set 'Nole' rompió el servicio de Rafa y dejó encaminada la primera manga, todo parecía indicar que el serbio no dejaría escapar esta oportunidad. 6-3 y un Rafa más tímido que de costumbre, jugando sin arriesgar. Un dato más, Djokovic no había perdido ninguna final en su carrera en la que hubiera empezado ganando el primer set.
Rafa encuentra su juego y le da una vuelta al partido
Para desgracia del serbio, la Philippe Chatrier es el coto privado de caza de Nadal. El español comenzó a jugar más metido en la pista, abandonó el fondo de la misma, fue más agresivo y mejoró su servicio. Además el calor que hacía en la capital francesa parecía beneficiar a Rafa y perjudicar a 'Nole'. El serbio comenzó a jugar rápido, precipitado, buscó acabar los juegos por la vía rápida, sin peloteo. Eso le supuso cometer demasiados errores no forzados y ceder el segundo set.
Desde ese mismo instante al número dos del mundo comenzaron a fallarle las fuerzas, se mareó, y su cara de impotencia reflejaba su cruda realidad, enfrente había un 'robot' que no se permitía fallar, que poco a poco le comía el terreno. Aún así como tiene mucha clase Djokovic mantuvo la incertidumbre en el partido a pesar de ceder el tercer set con claridad.
En la cuarta, y a la postre definitiva manga, el serbio se puso 4-4 y, tras ganar Nadal su servicio, 30-0 con el 5-4, pero entonces Rafa hizo tres puntos seguidos y un desesperado Djokovic acabó por cometer una doble falta que otorgó el campeonato a un Nadal que seguirá siendo número uno del mundo.
De esa forma el de Manacor volvió a tumbarse sobre la tierra de París, volvió a echarse las manos en a la cara, volvió a emocionarse como ha hecho ya nueve veces. Después la imagen más repetida en la historia de Roland Garros, la de Rafa mordiendo la 'Copa de los Mosqueteros'. Y por último el mensaje del mejor deportista español de todos los tiempos. «Volveré el año que viene» dijo micro en mano, y fue entonces cuando se vio la verdadera cara de desesperación de Djokovic.
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