El rugby en Reino Unido es casi tan importante como el fútbol porque, a pesar de la dureza de los golpes que se dan los jugadores rivales, siempre prevalece la nobleza de los deportistas. Este deporte sirve para que muchos padres británicos inculquen a sus hijos valores como el autocontrol o el trabajo en equipo y exporta al resto del mundo mejor que el fútbol la caballerosidad inglesa. En el rugby nadie finge.
Los partidos suelen transcurrir sin que nadie proteste y sin que ningún jugador recrimine la dureza a los contrarios. Sin embargo, este sábado en la Super League Grand Final sucedió algo que todos los seguidores de este deporte lamentan profundamente en el peor momento. La cita más importante del año, en Old Trafford, hace que todo tenga una atención mediática mayor y la publicidad que se ha dado del rugby no puede ser más lamentable.
Ben Flower solo duró dos minutos sobre el campo. El jugador de Wigan Warriors no encajó de forma deportiva un bloqueo a destiempo de Lance Hohaia, que defendía la camiseta de St. Helens. Entonces, los árbitros y los 70.000 espectadores que presenciaban el encuentro vieron un espectáculo deprimente. Flower asestó a Hohaia dos golpes tremendos.
Las redes sociales se llenaron de críticas hacia el deportista de 26 años por el primer puñetazo, pero especialmente porque remató a Hohaia, neozelandes de 31 años, cuando estaba en el suelo. La temprana expulsión condicionó el partido y el St. Helens se impuso por 14-6 a los Warriors.