viernes, octubre 11, 2024
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Y Pau Gasol entró en trance

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Enorme, analítico, flemático, inteligente; ése es habitualmente Pau Gasol. Había que frotarse los ojos cuando, desencadenado, se aporreaba el pecho reivindicándose, tras una potente entrada a canasta con mate. ¿Qué ha motivado de esa manera extraordinaria a un tipo de 35 años que ha ganado absolutamente todo en su profesión, inmensamente rico además?

Marc Gasol estaba descentrado aquellos días, hace ahora justo un año. Iba a ser padre primerizo; Pau, tío primerizo. Las demoledoras palizas que estaba dando el equipo español en el Mundial de Madrid hacía presagiar un duelo en la final con Estados Unidos. Francia acechaba, cuando la selección estaba en capilla del cruce de cuartos, la mujer de Marc dio a luz y se apagaron las luces en la concentración que debía haber dirigido un superado Juan Antonio Orenga. Marc se fue a Barcelona, Pau con él. El segundo de Orenga se marchó a ver a su nuevo equipo, a Bilbao. La desidia corrió por los pasillos del hotel de concentración de la selección española. Francia los apalizó al día siguiente, en una sensación de desarbolados y fin de ciclo muy dolorosa.

Sobre todo para Pau Gasol.

Con 35 años, 15 de ellos en el terrible calendario de la NBA, pocos están para muchas fiestas. Gasol podía ver con morriña la renuncia a la selección de su hermano Marc y pensar en los golosos cinco meses de vacaciones pagadas que le proporciona el peculiar parón de la NBA. Una estrella debe cuidarse en los últimos años de su carrera.

Pero en los primeros días de concentración de la selección, a las órdenes de Sergio Scariollo, ya no hubo dudas. Conocedor de su cuerpo, profesional al máximo, Pau iba desperezando su inmensa anatomía en busca de una eclosión en el momento adecuado. La eclosión se convirtió en trance, 40 de 80 puntos de su equipo. “Parecía Michael Jordan, el equipo a sus espaldas, todos lo buscábamos”, asegura un jugador de la selección.

Muchos estaban acostumbrados a la exhibiciones de talento e inteligencia en la pista de Pau Gasol. Pocos lo han visto con la rabia del partido de ayer. En trance, transido, jugando su propio partido, motivado como un ardoroso ala-pivot de la NBA, como si se hubiera tomado una sobredosis de Red-Bull.

Los técnicos explican que, uno de los grandes méritos de Gasol anoche fue que su exhibición ofensiva la hizo ante quizás el mejor especialista defensivo de la NBA, el inmenso francés Gobert, que había amargado muchas noches a Gasol en los parqués americanos. Y con Lauvergne, 2,11 metros de altura, otro reputado figura de la NBA de refresco. Además de los 40 tantos, Gasol sacó 11 faltas él solo al conjunto francés, incluida la expulsión de Gobert.

“No sé qué vacío habrá cuando se retire Pau”, explica un experto técnico nacional de baloncesto. Quizás la mejor noticia es que Gasol, el mayor, el tío novato que se permitió un día de desconcentración hace un año, ha presentado sus credenciales para los Juegos Olímpicos de Río 2016, en los que nos ha colado a pulso.

Gasol, “one more year”.

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