jueves, octubre 10, 2024
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Garbiñe podría tomarse la revancha con Serena en la final de Roland Garros

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Una nueva oportunidad se presenta en el horizonte de Garbiñe Muguruza. La hispano-venezolana, tras derrotar este miércoles a Shelby Rogers, se ha plantado por primera vez en las semifinales de Roland Garros. La prematura derrota de las favoritas ha propiciado un cuadro alentador para la número cuatro del mundo, que se topará en semifinales con Samantha Stosur. En su segunda final de grand slam podría encontrarse a Serena Williams, que la apeó en Wimbledon. El escenario, y la rival, no acomplejan a Muguruza, cuya soltura adquiere un mayor grado en las citas cruciales.

Mejora en la solidez y en el aspecto mental

Lejos queda aquella Garbiñe cuya única solución era golpear con potencia constantemente cuando el resultado y las sensaciones le daban la espalda. Muguruza, ahora, halla soluciones a sus obstáculos. Varía el juego cuando la situación lo requiere, como debe hacer una tenista que luce en el cuarto escalón del ranking. Bolas más altas, no siempre planas, cuando el marcador no deja asumir riesgos. Desplazar a la rival, tirar de recursos técnicos… fórmulas para voltear un tanteo adverso, como la ha tocado hacer en más de un partido en París.

Sin embargo, su mejoría reside sobre todo en el aspecto mental. No se aprecia ni una lágrima ni un reproche de la española en sus charlas con Sam Sumyk, donde hace apenas tres meses primaba la tensión. Garbiñe es más sólida, más difícil de batir, y eso es una gran virtud en el circuito femenino, donde las sorpresas están a la orden del día. Tras superar cinco fases, Muguruza ya está en la penúltima ronda, donde se acrecienta su peligrosidad. Y es que, cuanto mayor es el reto, mayor es el nivel que despliega.

Idilio con los grandes escenarios

Tras su triunfo en octavos de final, Muguruza fue contundente: “No me importa a quién enfrentarme”. Lo difícil estaba hecho, lo sabía. Las primeras rondas son las que más problemas atañen a Garbiñe, como ha podido vislumbrarse en esta irregular temporada. Sin embargo, superadas, su nivel es incuestionable. Gane o pierda, planta batalla hasta el final, algo que en sus debuts no siempre sucede. En Roland Garros ha superado la barrera de los cuartos de final por primera vez, y ha demostrado de nuevo su idilio con las grandes citas.

“Me gustan los grandes escenarios y las rivales difíciles”. Estas son las palabras que ha pronunciado Garbiñe en numerosas ruedas de prensa, desde que comenzó a tumbar a las mejores tenistas del circuito con diecinueve años. Ya consolidada en el circuito, es un temor para las rivales. Stosur será su único obstáculo antes de firmar su segunda final de grand slam. Una oponente a la que han beneficiado las condiciones climatológicas,  que han dejado una bola pesada en la mayoría de encuentros. Serena, de la que la consideran sucesora, podría emerger al otro lado de la red en la final de Roland Garros.  

Garbiñe quiere revancha

Nadal lo dijo en el Mutua Madrid Open: “Nadie quiere medirse a Djokovic”. Garbiñe, quizás, comparta la idea y quiera esquivar a la estadounidense, pero no se acomplejará si tiene que volver a jugar ante la número uno del mundo. Venganza, es la palabra que más suena en el ambiente. El pasado curso, con apenas veintiuna primaveras, la española le plantó cara a la menor de las hermanas Williams (6-4 y 6-4).

Ambas podrán cruzarse con objetivos bien marcados. Serena, con la opción de igualar a Steffi Graf con 22 grand slam. Garbiñe, la de empezar a inscribir su nombre en la historia. De momento, ambas deben hacer valer su condición de favoritas para verse en la final de este domingo. Y a partir de ahí, exhibir su mejor tenis, el que las ha llevado a copar el protagonismo en las últimas dos semanas.

Alberto Puente

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