jueves, noviembre 28, 2024
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Alemania rompe su maldición en una ridícula tanda de penaltis

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Conte fue claro tras tumbar a España, al afirmar que Italia no es solo ‘catenazzio’. Razón no le faltó, y tras observar el inicio del duelo ante los germanos, quedó más patente aún. La ‘azurra’ salió como ante ‘la roja’, con una alta presión que dificultó la salida de balón de Alemania. Se vislumbró mucho ritmo en ambas selecciones, y sobre todo una manifiesta equidad. Ningún equipo se hacía dueño del balón y la batalla se libraba en el centro del campo.

Ahí, en la medular, llegó un contratiempo para Löw. Khedira, que había copado un gran protagonismo en los primeros minutos, pidió el cambio después de ser atendido tras sufrir un pinchazo. Schweinsteiger salió en detrimento del mediocentro de la Juventus. Sin embargo, los germanos lograron poco a poco hacerse con la posesión, en parte gracias a la ausencia por sanción de De Rossi. Parolo, su sustituto en el once, era incapaz de ejercer el rol del hombre que más brilló de su equipo en los octavos de final.

Alemania combinó rápido y logró encerrar a Italia con el transcurso de los minutos. No obstante, no conseguía materializar su dominio con ocasiones. En el otro bando, pese a la salida rápida a la contra, tampoco asustaban al meta. El encuentro, muy táctico, hacía evidente que ambos técnicos habían estudiado y preparado a conciencia el decisivo envite. Ninguna zaga flaqueaba y penetrar más allá de tres cuartos de campo se erigía muy complicado.

En el tramo final de la primera mitad, decayó la intensidad, aunque el guión se mantuvo similar, con un amplio respeto entre ambos conjuntos. Las ocasiones inexistentes hasta ese momento, surgieron poco antes de que el colegiado indicara el final. Müller pudo poner por delante a los suyos, pero no impactó bien el balón. Después contragolpeó Italia. Bonucció metió un balón largo hacia Giaccherini. Éste colgó un balón raso al área, pero ningún rematador alcanzó el balón. Fue la última intentona antes del descanso.

Tras los quince minutos de tregua, de nuevo ambos conjuntos impusieron un alto ritmo. Eso sí, apenas cinco minutos bastaron para entender que ninguno iba a modificar un ápice su estilo. Se mantenían las defensas cerradas, sin conceder ninguna oportunidad. En cuanto al dominio, también se mantuvo la inercia. Alemania ganó la batalla en el centro, y combinó cada vez con mayor rapidez, hasta empezar a crear un peligro real sobre la portería de Bufón.

Mario Gómez asistió a Müllery, que disparó de primeras. El balón, directo a la red, fue desviado por Florenzi. Poco después Boateng también lo intentó desde la frontal, pero sin fortuna. Se olía el tanto, y llegó gracias a una magistral combinación. Gómez cayó a la banda izquierda, y protegió el balón ante dos rivales. Héctor se incorporó a la línea de fondo, y hacía él prolongó el esférico. Después, el lateral, sirvió el balón atrás para que Özil anotara cómodamente.

Apenas tres minutos después pudo llegar la sentencia, pero Buffón, con una gran mano, evitó que el taconazo de Gómez entrara. El ariete, en esa misma jugada, se lesionó y obligó de nuevo a Löw a mirar hacia el banquillo. El técnico abogó por dar entrada a Draxler, el mejor ante Eslovaquia, que había sido sacrificado por el cambio de esquema. Un mínimo error había colocado a los germanos arriba en el marcador, y un error infantil permitió la igualada.

Boateng se encontraba con los brazos en alto, en posición de defensa para marcar al rival, cuando un centro al área golpeó en su brazo. El árbitro no dudó en señalar la pena máxima y Bonucci la transformó con ‘parandinha’ incluida. Para entonces ya se había resquebrajado el orden que había imperado durante gran fase del envite. En los minutos finales, Italia pudo incluso ganar, pero Sciglio no hallo portería. Alemania lo intentó a la desesperada, con asiduos centros desde la banda, pero nadie logró impedir la prórroga. 

En los siguientes treinta minutos, primó el conservadurismo. Nadie quería cometer otro error, y de ahí que ninguna selección optara por arriesgar en exceso. Alemania fue la que más presencia tuvo en terreno contrario, y casi siempre optó por disparos lejanos para finalizar jugada. Ninguna oportunidad clara, pero sí llegadas con extremo peligro. Si Draxler hubiera estado fino en una de las pocas contra de los germanos, Müller se habría plantado sólo ante Buffon. Insigne, recién entrado al césped, también pudo decantar la balanza. No fue así, y con el cansancio muy presente, los penaltis fueron la única vía para resolver la situación.

Al contrario de lo que se han visto en las otras tandas, los once metros fueron un ridículo. Hasta seis fallos, tres por cada bando, en los diez iniciales. Muchos de ellos, muy mal ejecutados. Schweinsteiger tuvo en sus botas certificar la clasificación, pero mandó el balón por encima del larguero. Neuer detuvo el noveno lanzamiento, de Darmian, y Héctor no erró después para lograr el triunfo germano. Alemania rompe así su maleficio ante Italia, a la que no habían superado en competición oficial en los ocho duelos previos.

Alberto Puente

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