Wimbledon 2014, Madrid 2015 y Acapulco 2017. Tres años distintos, tres escenarios diferentes, pero un nombre propio en común: Nick Kyrgios. La fecha corresponde a sus primeros cruces con Nadal, Federer y Djokovic en el circuito. Tumbó a los tres con un desparpajo impropio de su edad. Y pese a ello, es más conocido por su polémica actitud que por sus hazañas sobre la pista. Un juego y un físico prodigioso que le permite brillar, pero una mentalidad que le lastra y le impide mantener una regularidad con la que tocar la cima.
Vicente Cuairán, presidente y fundador de Tennis Mind Method, especializado en coach mental, atiende a Estrella Digital para desgranar cómo es de determinante la cabeza en un deporte como individual como el tenis, y dónde pueden residir los principales problemas del tenista australiano cada vez que salta a la cancha. “A la edad de Kyrgios, el aspecto mental es un 80 por ciento del juego”, apunta sobre el joven de veintiún años. “La diferencia de Nick, es que en el resto de facetas (táctica, mental y técnica) su nivel es muy elevado”, señala. “Es mucho más fácil llegar con carencias en estos apartados, y un aspecto mental mejor. Como él, sólo despuntan uno de cada mil”, aporta para dar más valor al talento que atesora un hombre que el pasado miércoles tumbó por segunda vez a Djokovic.
En las últimas décadas el tenis ha evolucionado significativamente a nivel físico, y el próximo paso para Cuairán debe ser hacer lo propio con la mentalidad: “Es indispensable tener en tu equipo de trabajo a especialista en mental couch. Los entrenadores deben contar con personas específicas para algunas áreas. Si no, seguiremos viendo a jugadores romper raquetas y perder los nervios”.
Desde que Kyrgios emergiera ante el mundo en el tercer Grand Slam del curso frente a Nadal, así es como se le ha vislumbrado en diferentes situaciones. En la recta final del pasado curso, sin ir más lejos, arrastró una sanción por dejarse perder varios puntos en un envite con Mischa Zverev. Esta semana, en el primer Masters 1000 del curso, ha ofrecido una versión completamente distinta. “Yo no sé si va a ser flor de un día o algo permanente”, afirma Cuairán, que se atreve a explicar una de las razones de la negatividad del australiano: “El problema de Kyrgios es que quería jugar al baloncesto. El debía escoger, y le impusieron el tenis. Su objetivo no se ha visto nunca cumplido, de ahí viene esa conducta, y por eso hace ver que el tenis le da igual”.
Cuairán confiesa la fórmula que define el rendimiento en pista: “El valor de un jugador es igual a la suma de técnica, táctica y físico por actitud mental. Si mejora este último aspecto su progresión va a ser brutal”. Tras vislumbrar la facilidad del australiano para domar a una generación intacta desde hace más de una década deja prever que verdaderamente una mejora en esta faceta podría colocarle en la cima del ranking.
El caso de Kyrgios no es aislado. Como él, cada vez son más los jóvenes que atraviesan este tipo de problemas. “Ahora esto pasa en mayor medida. Ha aumentado la sobreprotección de los padres. Hay que darles más autonomía a los chavales, porque se crea una intolerancia a la frustración. En los cadetes y junior, cada vez les cuesta más controlarse”, comenta Cuairán.
El especialista en mental coach relata que uno de los principales problemas a la hora de abordar estos inconvenientes es “la idea que tienen de que la mentalidad se trabaja con cuatro consejitos”. “Hay que entrenar los objetivos de los jugadores. Hay dos visiones, competir o ser perfectos. Lo ideal es lo primero”, confiesa. “Se trata de un entrenamiento mental, metodológico, apoyado en base científica. Si los objetivos mejoran los pensamientos, los pensamientos mejoran la emoción y la conducta”.
Respecto al tiempo que puede llevar el proceso, depende mucho en gran medida del jugador. Eso sí, el trabajo mínimo es de “seis meses”. “Con algunos llevo dos años”, admite Cuairán. “Lo importante es verificar cuáles son sus objetivos de partido, para que acepte que los fallos son parte del juego”, zanja. De momento, Kyrgios ha dado el primer paso y ha admitido que anda en la búsqueda de un técnico que le ayude en la faceta mental. Quizás un especialista sea la mejor solución, para que aúne todos los ingredientes y domine la próxima década. Por talento no será.
Alberto Puente