Rafael Nadal ha protagonizado un regreso positivo, con tres finales en tres meses y más de 2.000 puntos en la Race. Unos números que de mantenerse le podrían permitir ascender a lo más alto del ranking. Sin embargo, su registro de victorias ante el ‘Big Four’ ha descendido del 65% (entre 2004 y 2014) al 13% (2015-2017). Una estadística que de no revertir le presentará numerosas complejidades a la hora de levantar un Grand Slam, su principal objetivo.
Un regreso satisfactorio
En 2017 Nadal se ha visto obligado a ofrecer su enésima reaparición tras una larga lesión. La muñeca que le obligó a frenar en plena Roland Garros, y que propició que pusiera fin a su campaña en el mes de octubre después de asumir excesivos riesgos en Río de Janeiro, ya está sana. Se vislumbra en su actitud en la pista, agresiva, siempre con el ‘drive’ en mente para finalizar el punto. Su inicio no ha sido tan alentador como en 2013, la última ocasión en la que recuperó la actividad tras meses alejado de la competición, pero sí al menos ilusionante.
Más de 2.000 puntos en los primeros meses de competición le han dejado segundo en la Race. La ausencia de Federer en la gira de arcilla, le comenta como futurible número uno del mundo si se mantiene la inercia. Precisamente sobre la tierra batida tiene depositadas sus esperanzas. Son muchas las voces del circuito, como Manolo Santana, que afirman que será un firme candidato a todos los torneos y, por qué no, a Roland Garros.
Una estadística pobre
Sin embargo, hay datos que reflejan que el manacorense está lejos de levantar otro Grand Slam o ascender a la cima del ranking. No existen imposibles, como demostró Federer en Australia, pero es difícil para el español observar su escaso porcentaje de triunfos ante sus rivales más directos, aquellos a los que en otra época dominó. Como recoge un tuit publicado por JeuSetMaths y que recoge Puntodebreak, Nadal ha pasado de obtener un 64% de triunfos ante el ‘Big Four’ (95-61) entre 2004 y 2014, a sumar sólo un 13% desde 2015 hasta la fecha (2-15).
Esos dos únicos triunfos los ha cosechado frente a Andy Murray en la Copa de Maestros 2015 y Montecarlo 2016. Ante Federer ha perdido en cuatro ocasiones y siete ante Djokovic, al que no tumba desde la final de Roland Garros 2014. Una estadística que de no revertir le podría apartar de la pugna por las grandes cosechas, por mucha regularidad que sostenga como ha demostrado en este inicio de curso.
El Manacor es consciente de esta problemática, como pudo vislumbrarse en su última batalla ante Federer. Nadal, tras tres derrotas consecutivas, tomó nota y actuó sobre la pista. El revés del suizo dejó de ser su foco principal, pero lo llamativo fue el paso al frente que dio en la pista, si bien no al resto, sí durante los intercambios. En apenas dos semanas adelantó un metro su posición en la cancha para intentar desarbolar al helvético. La fórmula no le dio resultado, pero el margen entre ellos se estrechó. “No he tenido suerte”, resumió Rafa tras la derrota.
El español ha dejado atrás los tropiezos inconvenientes siempre que él partía como favorito, pero se muestra endeble cada vez que una gran cita le requiere. Tras dos años en blanco en cuanto a ‘majors’ se refiere, su reacción se exige inminente para aspirar a algo más que una destacable regularidad.
Alberto Puente