Rafael Nadal mira más allá. Sus primeros envites en Roland Garros se han saldado con dos triunfos cómodos. Su cifra aumenta, y el récord por el momento está en 74 victorias y sólo dos derrotas en París. Tras barrer a Paire, el balear demostró ante Haase que está preparado para cotas más altas. En apenas veinticinco minutos el manacorense se apuntó el primer parcial (6-1) y minó la moral de su rival, tocado desde el inicio ante la complejidad que atañe derribar un muro que este curso ya ha sumado tres títulos sobre arcilla.
Solo cedió en Roma, ante Thiem, y a posteriori parece haber sido una derrota gratificante. Nadal se tomó un merecido descanso y preparó con más tiempo la cita de Roland Garros. De ahí que su movilidad en la pista sea alegre, con un juego de piernas rápido que le permite impactar en el momento preciso. Su 'drive' está para presumir, y su revés, profundo, saca de la zona de confort a sus rivales. Siempre con una marcha superior, el español terminó de hundir las remotas opciones de Haas tras hacerse con el segundo parcial (6-4).
En el tercer y último acto Nadal adquirió una ventaja tempranera que le permitió encarar con mayor soltura el tramo final. Duro en los intercambios, forzó continuamente los errores de su rival, para certificar su acceso a la tercera ronda. Ahí le aguarda Basibashvili, un choque inédito hasta la fecha en el circuito. Pero Nadal, desatado, ha exhibido sobre la Philippe Chatrier su candidatura a su décimo Roland Garros. Tras dos años sin alzar un Grand Slam, sus posibilidades crecen a cada partido. Él, de momento, está preparado para choques de más entidad. Novak Djokovic emerge en el horizonte, con un hipotético cruce en semifinales. Esa, ahora, es la prioridad del balear.
Alberto Puente