Tras un paréntesis de tres meses en el que esquivó la arcilla, Roger Federer regresó a la acción en Stuttgart. Un traspiés frente a Tommy Haas llamó la atención. Segunda derrota de la temporada, y también ante un tenista fuera del Top 100. Una excepción, sin más, a no tener en cuenta. Eso reflejó el suizo tras alzar en Halle su noveno título. Venció en 2003, y lo ha hecho en 2017, catorce años después. Un reflejo de la hegemonía que ha impuesto durante más de una década en el circuito. Un dominio que pareció perder, pero que ha retomado en este 2017 con un tenis que roza la excelencia, agresivo y basado únicamente en la búsqueda del winner.
Por ese mismo camino transita Rafael Nadal. Tras dos años sin sumar un solo Grand Slam, también ha reencontrado sensaciones tras un largo periodo de lesión. El balear, protagonista en el inicio de la temporada, refrendó sobre arcilla que su ‘drive’ está por encima del resto. Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roland Garros. Cuatro títulos esta temporada, como el suizo. Sus diez conquistas en París también son fiel reflejo del protagonismo que su nombre ha tomado desde que a los dieciséis años se adentrara en el circuito profesional. El bajón de Djokovic y Murray le catapulta hacia un número uno que recuperará más pronto que tarde.
La peculiar forma escoger a los cabezas de serie en Wimbledon, que cuenta los resultados en hierba cosechados tanto en 2016 como en este curso, han variado las posiciones. Federer será el tercer sembrado y Nadal el cuarto. Los dos tenistas más en forma de la temporada no se verían las caras hasta la final. Es más, en el All England Club de Tenis la final que se vislumbra con una mayor probabilidad es la suya, por encima de un Djokovic-Murray. El serbio, pese a que luce en Eastburne, se encuentra en plena reconstrucción de su carrera. El escocés, con molestias en la cadera, podría incluso no concluir el torneo.
El destino les vuelve a unir, como ya sucediera en Australia, donde por cierto se disfrutó de emocionante y trascendente final a cinco mangas. La hierba londinense podría cruzarles de nuevo en el camino por un major. Federer suma 18 y Nadal, tras desempatar con Sampras, 15. Precisamente ambos pugnan por ser considerados como el mejor tenista de la historia. De momento el suizo goza de esa condición popular, por encima de ilustres como Rod Laver, que afrontaron otras circunstancias diferentes a las que imperan en la actualidad.
Nadal indicó a comienzos de año que entre estos dos tenistas estaría ese cartel. Sin embargo, Federer reconoció que el balear aún puede convertirse en el mejor tenista de la historia. Desde luego, con casi todos los éxitos consumados, sus carreras buscan ahora dejar la mayor huella posible. Wimbledon es el reto más cercano para que ambos acrecienten un palmarés de locura. El suizo es favorito, pero el sorteo le ha dado la espalda. Hipotético cruce con Dimitrov en octavos, y con Raonic en semifinales. Precisamente el canadiense le apeó el pasado curso.
Para Nadal, que suma un pobre bagaje en Wimbledon en los últimos años, lo más complicado llegaría en la cuarta ronda, con un hipotético cruce con Cilic. Y si no Müller, otro sacador que le obligará a rendir al resto. En cuartos estaría Nishikori, en semifinales Murray, y en la final, Federer o Djokovic. Un trayecto complejo que ambos han preparado minuciosamente. Roger durante tres meses, como principal objetivo de la temporada. Nadal se ha ejercitado en Mallorca sin disputar un solo evento previo, con el objetivo de llegar fresco. El suizo ha declarado que siete son muchos, pero que ocho es su número preferido. Toni Nadal ve a su pupilo capaz de consumar la hazaña. La historia aguarda a los dos mejores tenistas.
Alberto Puente