El panorama desolador que dejó 2016 ha dado un giro brusco en este curso. Hace apenas un año Rafael Nadal disputaba sus últimos envites antes de verse forzado a parar por una maltrecha muñeca que forzó en los Juegos Olímpicos. En el lado femenino, pese al éxito que supuso su primer Grand Slam, Garbiñe Muguruza no hallaba la regularidad necesaria para mantener tan elevado nivel. Ambos se despidieron con sensaciones amargas y dejaron sus deberes pendientes para este 2017. Tras siete meses de competición, el número uno es un objetivo factible para los dos españoles, que de conseguirlo y mantenerlo hasta diciembre firmarían un hito histórico sin precedentes en nuestro país.
Los pasos de Nadal no dejan duda. Su temporada está al nivel de aquellas que firmó tiempo atrás. Solo un Roger Federer inmenso le privó de alzar el Abierto de Australia y coronarse campeón en los primeros Masters 1000. Sin embargo, la arcilla le permitió recuperar la senda de la victoria. Montecarlo, Barcelona, Madrid y el ansiado Roland Garros que no alzaba desde 2014. La espera ha sido larga, pero la respuesta del manacorense aún mejor, sin ceder una sola manga. En Wimbledon no pasó de octavos, pero no dejó un ápice de preocupación, y se erige como uno de los grandes favoritos en este último tercio de campaña.
Su auge ha coincidido en el tiempo con el bajón ánimo y tenístico de Novak Djokovic y Andy Murray. El serbio, que hasta hace poco más de un año parecía intratable y decidido a batir todos los récords, ha saldado este curso con dos ATP 250 y una ruptura con el equipo que le ha acompañado a lo largo de su trayectoria. Una lesión de codo le ha obligado a parar, y espera volver como sus ‘maestros’ y de la mano de Agassi. El británico, de la misma forma, anda lejos de esa agresividad que le ha llevado a integrarse en el ‘Big Four’. Sea como fuere, ambos están descartados en la pugna por el número uno del mundo.
Nadal lo tiene muy cerca. Es más, Montreal se erige como el escenario más proclive para asestar el golpe y retomar un trono que no disfruta desde junio de 2014. Le basta con alcanzar las semifinales, hagan lo que hagan sus rivales para impedirlo. Si ahí no llega, será más pronto que tarde, pues el escocés defiende prácticamente todo de aquí a final de temporada. Es más, el rival más peligroso de Rafa en este momento es el incombustible Roger, que de momento ha cuajado una temporada a la altura de la de 2006, cuando el circuito caía bajo sus dominios.
El suizo es consciente de sus posibilidades y de ahí que pese al desgaste de Wimbledon haya apostado por regresar a un escenario poco habitual en su calendario. Sin embargo, los más de dos meses alejado de la competición en la gira de arcilla le pueden pasar factura. Él no goza del margen de error que sí posee el español.
La otra mirada está en el circuito femenino. Garbiñe caminaba sin rumbo, o al menos sin regularidad, desde que levantara Roland Garros. Sin embargo, en Wimbledon volvió a evidenciar que a su más alto nivel no hay quien se le asemeje. De pronto ha dado un portazo, ha sumado 2.000 puntos, y se ha colocado en la pugna por la cúspide. La tenista nacida en Caracas es ahora mismo la número cuatro del mundo, pero también la que menos puntos defiende hasta final de curso. Tiene 4.991 puntos y defiende 700 hasta final de año.
Pliskova, actual número uno, suma en este momento 6.751 puntos, pero debe hacer frente a 2.530. Al contrario que Nadal, Muguruza sí está obligada a mantener una línea positiva y pelear por todos los títulos, pero no parece que sea una utopía. Ya sabe lo que es estar en el segundo escalafón, pero quiere inscribir su nombre en la historia. Si ambos cierran el curso como números uno del mundo habrán conseguido un hito sin precedentes en España.
Alberto Puente