Los destellos que ofreció el balear en 2016, con el título en Montecarlo y el oro en dobles en los Juegos Olímpicos, tuvieron como peaje una muñeca lastrada. De la menara más amarga, Rafael Nadal se vio forzado a parar hasta 2017. Una situación similar a la que atravesó en 2015, donde de la misma forma renunció al tramo final de la temporada. A partir de octubre el manacorense siempre hace frente a su particular Everest. En estas fechas yacen los eventos que nunca ha sumado a su palmarés. Sin embargo, tras lo vislumbrado en este curso, todo podría dar un giro de efecto. Ahora o nunca. Es el momento ideal para que Nadal derrumbe sus muros.
Escenarios sin triunfar
Ni Roger Federer, ni Novak Djokovic, ni Rafael Nadal. Nadie ha sido capaz de añadir a sus vitrinas todos los títulos que están en juego. El español puede presumir de contar con todos los Grand Slams, el oro olímpico en ambas disciplinas, y un puñado de Masters 1000. Pero hay tres eventos de este tipo que se le escapan: Miami, Shanghái y París-Bercy. Además, como no, de la ansiada Copa de Maestros, la cita que tiene marcada en rojo en su calendario.
De todas ellas, solo una se ha disputado hasta la fecha: Miami. Y Nadal, volvió a rozar el triunfo. Por cuarta ocasión se plantó en la final. Su verdugo fue el mismo que la primera vez, allá por 2005: Roger Federer. Entre medias otros como Davydenko (2008) o Djokovic (2014) le privaron de ello. El ruso, curiosamente, posee como cuatro grandes títulos todos aquellos que le faltan a Nadal. Él mismo le arrebató al español Shanghái en la única ocasión en la que Rafa ha pisado la última ronda: 2009.
En París Nadal también ha llegado a la final. Hace más de una década, eso sí, y también con una derrota, en esta ocasión frente a David Nalbandian. En el ATP Finals sus verdugos fueron los más habituales: Roger Federer (2010) y Novak Djokovic (2013). Ambos impidieron que el español pusiera el broche de oro a dos de las mejores temporadas de su trayectoria.
El momento propicio
Esta temporada el aroma que se respira en el ambiente es diferente. El jugador al que por momentos tildaron de “acabado” ha alzado dos Grand Slam y está decidido a pugnar por convertirse en el mejor tenista de la historia. La competencia, con un puñado de jugadores del Top Ten lesionados, es más escasa que nunca. En el horizonte planea únicamente el temor de Roger, que esta temporada le ha ganado todos los duelos directos.
Ambos se han repartido el pastel en este 2017, y todo apunta a que así será hasta el término del curso, también con la pelea por el número uno más viva que nunca. El español llega de conquistar el US Open con una regularidad y una variedad en su tenis que le hacen más fiable que nunca. Y, por primera vez, ha sabido gestionar su calendario para llegar en el tono físico correcto. Se cargó en la arcilla para sacar partido a su territorio más proclive. Sin embargo, renunció a Queen’s antes de disputar Wimbledon.
Este año, además, el calendario ha permitido un descanso de un mes entre la conclusión del US Open y el arranque del ATP 500 de Pekín, la próxima cita del calendario de Nadal. Eso sí, el español llegará rodado a la gira asiática tras disputar en Praga la novedosa Laver Cup, en la que su equipo, Europa, se hizo con el triunfo. Después llegarán Shanghái, Basilea, París y Londres. Y Nadal, esta vez sí, está confiado de cara a esta recta final de temporada.
Alberto Puente