martes, noviembre 26, 2024
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Sara Sorribes se encuentra a sí misma

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Sara Sorribes Tormo (1996) empieza a transmitir ese nivel y talento que de joven dejó entrever. La tenista española, que ha finalizado el curso cerca del Top 100 (104), ha buscado un juego más agresivo que la permita dominar distintas fases del encuentro. Tras una compleja transición al tenis de primer nivel, al fin juega de tú a tú con las mejores. Este curso ha tumbado a tres 'Top 50'. La joven reconoció a este diario el cambio de rol mental que ha experimentado y su satisfacción con el progreso experimentado.

A la sombra del furor generado por una exitosa generación, Sara Sorribes ha tomado impulso sin hacer ruido. Su talento desbordado tomó magnitud en 2013, cuando con sólo diecinueve años en la previa del Mutua Madrid Open tumbó a Annika Beck, 59 del mundo por aquel entonces. Ese triunfo le colocó entre las dos tenistas más jóvenes de entre las 400 mejores del ranking. No es el único dato que ensalza su historial, ya que presume de haber sido la española más precoz en puntuar en el circuito WTA.

Esa fue su etapa más mediática, antes de que Garbiñe Muguruza y compañía le relegaran a un segundo plano. Algo positivo, a posteriori, tras vislumbrar las dificultades que entrañó la alicantina en la transición al profesionalismo. La paciencia y el trabajo se erigieron como los mejores ingredientes de su receta de cara a quemar etapas. Los frutos los recogió el pasado curso, cuando conquistó dos títulos ITF (Sao Paulo y Essen) e inclinó a dos jugadoras integradas en el Top 50 (Mladenovic y Ostapenko).

Este 2017 ha confirmado su madurez. Comenzó de forma desalentadora, pero en Indian Wells halló el resultado esperado tras alcanzar la segunda ronda desde la previa, después de inclinar a Makarova (número 36). Después, en Monterrey, superó a la mediática Bouchard. Carla cortó su progresión, pero la meta estaba superada. “Estoy contenta por el partido y por cómo está transcurriendo la temporada”, comentó Sorribes a este diario tras ganar a la canadiense.

Sara se muestra sencilla a la hora de expresar las claves que la han llevado a evolucionar de esta forma: “He intentado ser más agresiva, es lo que exige el circuito. Me faltaba jugar más tiempo a un nivel alto, tener algún golpe más para poder hacerles daño y aceptar el cambio mentalmente”. Esto le ha permitido a la española “jugar con ellas de tú a tú”, mientras “antes iba a remolque”. “Ahora tengo más opciones y consigo igualar los encuentros. Esto da más fluidez mental, ya que puedes decidir y no estar corriendo todo el rato corriendo”, expresa. 

Ya no se siente débil sobre la pista, y sus cualidades la permiten dominar a sus rivales. Con solo veintiún años se convirtió en la cuarta jugadora española en el Top 100, puesto que roza en estos momentos. Pese a ello, no varía sus objetivos: “Son los mismos de siempre, seguir mejorando y trabajando para que lleguen mejores resultados todavía”. Ese último matiz describe sus ganas de superarse. De momento, reconoce que la queda trabajo por delante, aunque admite que sigue la dirección correcta: «Aunque me queda mucho por hacer, creo que voy por el buen camino».

Alberto Puente

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