El drama estaba escrito de antemano, con dos tenistas que se presentaban en su tercera final de Grand Slam sin haber ganado ninguna de las anteriores. Una losa importante con la que lidiar, a la que se sumó la batalla por el número uno del mundo. Simona Halep quería retenerlo, y Carolina Wozniacki volver a disfrutarlo tras un lustro de reinvención para volver a opositar al trono. Estos alicientes ganaron garantizaron una batalla extenuante, sin tregua, en la que la danesa se impuso (7-6(2), 3-6 y 6-4) a la rumana. ‘A la tercera va la vencida’ para Wozniacki, y ‘no hay dos sin tres’ para Halep.
Distintas bazas
La danesa sorprendió a su rival en el arranque del encuentro, con golpes muy variados y profundos. La rumana, sometida, se exponía a una continua carrera por los extremos de la pista, siempre con el mismo desenlace: un error forzado. En ese breve periodo de tiempo Wozniacki abrió una brecha importante (3-0), pero no determinante. Halep, cada vez más cómoda sobre la pista, asumió que sus opciones pasaban por buscar el ‘winner’, pese a que la tarea resultara compleja con la número dos del mundo devolviendo cada bola.
Fue valiente la rumana, y el riesgo le trajo recompensas. Quebró el servicio de la danesa cuando ésta servía para cerrar la manga, y abogó el set al desempate. Ahí la inercia volvió a variar, con una Wozniacki que también supo buscar, y hallar, las líneas. La vigente campeona en la Copa de Maestras cambió el revés cruzado por el paralelo y castigó en exceso a Halep, que apenas pudo sumar dos puntos mientras su rival se apuntaba el primer parcial y daba el primer golpe anímico.
Contra los calambres
Pocas veces unos problemas musculares resultaron ser tan positivos a corto plazo. Con el segundo parcial igualado y marcado, nuevamente, por un servicio sólido y fiable de ambas, Halep acusó el esfuerzo de las dos semanas de competición. Reclamó la presencia del fisioterapeuta y de la doctora, la tomaron la tensión, la masajearon la zona afectada, a la altura del cuadriceps. Al regresar a pista, curiosamente la que más se desconcentró fue Wozniacki, que vislumbraba afectada a su adversaria.
No tenía motivos para ello la danesa. Si bien Halep parecía preocupada, su tenis decía lo contrario. La rumana se vio obligada a resolver los puntos en apenas tres golpes, y anduvo más que fina en la resolución de los mismos. Tanto, que logró un break que resultó ser decisivo. Le costó cerrar el set, pero finalmente lo logró (3-6) y llevó el duelo a una decisiva tercera manga.
La danesa, directa
El calor obligó a detener el encuentro diez minutos. Un respiro para Halep, aunque no suficiente a tenor de sus palabras. “I can`t” (no puedo) entonó tras ceder su servicio y permitir que Wozniacki encauzara su triunfo (2-0). Sin embargo, quedaban más batallas por librar. El tercer juego fue todo extenuación, emoción e incertidumbre. Y la rumana, ahí sí, respondió para meterse de nuevo en la pugna. Tanto, que logró voltear el marcador (3-4 y servicio). El envite, en cambio, pendía de un hilo, de detalles, de momentos. Y Woniacki ahí manejó mejor las emociones, hasta cerrar su primer triunfo de Grand Slam (6-4) y recuperar el número uno del mundo.
Alberto Puente