Con la temporada concluida, y sin esperar novedad alguna, un martes de diciembre de 2016 saltaron las alarmas. Un ladrón invadió y agredió a Petra Kvitova en un atraco realizado al azar. El asaltante, que entró en la vivienda que la tenista tiene en Prostejov, República Checa, la atacó con un cuchillo y lesionó gravemente los tendones de su muñeca. “Estoy aturdida, pero afortunadamente viva. La lesión es severa y tendré que ver a especialistas, pero ustedes saben que soy fuerte y lucharé”, comentó la joven a través de las redes sociales para tranquilizar a sus fans.
Lo cierto es que una lesión de semejante envergadura podría incluso haber acabado la trayectoria de la campeona de dos Grand Slam. Sin embargo, en apenas seis meses estuvo lista para competir en Roland Garros. Ahí cayó ante Mattek-Sands, una jugadora fuera del Top 100. El regreso se preveía duro, pero en junio ya levantó un título, en Birmingham, donde a pesar de la escasa competencia tuvo que hacer frente a Mladenovic, que llegaba en estado de gracia. Desde entonces, y hasta concluir el 2017, sus mejores resultados fueron los cuartos de final en el US Open y las semifinales en Pekín.
Tras una pretemporada en condiciones, y completamente recuperada, Kvitova ha reencontrado su mejor versión en este curso. Arrancó con algunas dudas y derrotas inesperadas, pero ya suma trece triunfos consecutivos. En San Petersburgo tumbó a dos Top Ten de camino al título, aunque más asombrosa ha resultado su aventura por Doha. En Catar ha hecho frente a un cuadro de infarto, con Svitolina, Goerges, Wozniacki y Muguruza desde octavos hasta la final. Ante la española tuvo que remontar, y lo hizo, con una exhibición desde el fondo de la pista.
Su historia de superación le ha servido a la checa para ganarse el cariño de un público que no cayó rendida a sus pies antes, aún habiendo ganado en dos ocasiones sobre la hierba del All England Club de Tennis. La checa ha encadenado estos dos títulos con sus dos victorias en la Fed Cup. “Estoy muy orgullosa de todo lo que he hecho”, ha analizado. Como punto de inflexión en este último torneo apunta a su envite con Radwanska: “Me dio mucha confianza para vencer a Wozniacki y Garbiñe”.
Esta racha le ha servido para colocarse como la cuarta mejor jugadora de este 2018, décima en el ranking WTA. Esta situación, para ella, era impensable tras sufrir aquel atraco en su vivienda. “Cuando hace un año luchaba solamente por volver a empuñar una raqueta, no podía ni siquiera soñar con volver al Top 10. Es increíble, no podría desear más”, ha comentado la checa. Su historia de superación es un ejemplo y, cerca de cumplir los 28 años, es todo un ejemplo para las jóvenes que emergen. Kvitova aún tiene tenis por mostrar.
Alberto Puente