Durante la noche del miércoles Rafael Nadal anunció su ausencia para el torneo de Acapulco, donde tras retirarse en el Abierto de Australia pretendía afrontar la reconquista del número uno que le arrebató Roger Federer en Dubái. El tenista español dejó patente su tristeza por no poder competir, y lo lamentó también «por el torneo y por los aficionados». «Hoy le comuniqué la decisión a la organización, y sé que es complicada pero me mostraron facilidades y apoyo y agradezco todo ese cariño», escribió el balear, que deja al evento mexicano sin su principal atractivo.
Tras un 2017 pletórico, lo cierto es que el balear se ha visto forzado a renunciar o retirarse en los últimos seis eventos: París, Londres, Abu Dhabi, Doha, Abierto de Australia y Acapulco. Todo comenzó con unas molestias en la rodilla en el Masters 1000 de París, donde el español decidió acudir a pesar de haber hecho frente a un año complicado. No pudo resistirse a disputar la Copa de Maestros, pero tras ceder su primer encuentro de la Round Robin ante Goffin tomó la misma decisión y salió por la puerta de atrás de uno de los pocos torneos que aún no ha añadido a su exitoso palmarés.
Esas molestias le hicieron ser cauto en el arranque de 2018, y su aparición no se produjo hasta el Abierto de Australia, donde un cuadro benévolo le permitió avanzar sin complicaciones hasta los cuartos de final. Ahí, frente a Cilic, en un partido exigente, sufrió una lesión en el cuádriceps, más concretamente en el psoas-ilíaco de su pierna derecha, que se reflejaba en un dolor lumbar. Hasta la fecha había decidido guardar reposo, pero tras varios días de entrenamiento en Acapulco todo parecía listo para su regreso. Se habían hecho todos los pasos adecuados para llegar bien al torneo».
Sin embargo, el lunes volvió a sentir dolor en la misma zona tras un movimiento. «Fuimos a hacer una resonancia y no puedo decir específicamente lo que tengo, pero está en la misma línea», comentó. Una recaída en toda regla. Nadal afirmó que se trata de algo «menos grave», pero que hasta que «no se vaya un poco el líquido» no podrán hacerle las pruebas pertinentes y medir el tiempo de recuperación. «No he tenido elección, soy de los de forzar hasta el último momento, pero en esta ocasión no es posible. La lesión se podría agravar», ha argumentado.
Como él mismo ha reconocido, el siempre trata de arriesgar. El tiempo ha terminado por dar la espalda a la estrategia del balear, que ha rehuido los consejos que en su día le dieron Federer y Cilic. El español ha reconocido que su edad no le impide tomar las drásticas medidas del suizo, pero lo cierto es que presentó un 2018 bastante exigente. En 2016, cuando se perdió gran parte del curso, ya optó por la 'mala' decisión de disputar los Juegos Olímpicos, donde, eso sí, se llevó una medalla de oro en la modalidad de dobles que bien hizo que mereciera la apuesta su riesgo.
El año pasado, tras ganar el US Open apenas se tomó descanso, y lo pagó en los eventos donde más ansía ganar, porque aún no lo ha hecho. Este último traspiés debería servirle al manacorense para modificar sus costumbres, sin que ello suponga saltarse toda la temporada de hierba. Simplemente, reducir el calendario, ya que su juego físico hace que pese a ser unos años más joven que Federer siempre haya arrastrado un mayor número de lesiones. Es consciente de ello y ya ha declarado que no tiene prisa: «Si tiene que ser Indian Wells, estupendo. Sino en Miami, o en la tierra».
Los dos primeros Masters 1000 del curso son un aliciente muy atractivo, pero el español por fin parece dispuesto a renunciar a estas cotas para mantenerse bien físicamente. Si no llega a la primera cita, lo más lógico es que se ahorre su tránsito por el cemento y prepare a conciencia la gira de arcilla, donde defiende los títulos de Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roland Garros. Un everest al que debe hacer frente para mantenerse en la pelea por el número uno y para sacar provecho de su terreno más aventajado. Nadal está a tiempo de aprender la lección y emular a Federer.
Alberto Puente