En el deporte no hay nada escrito, y el tiempo siempre lo refleja. En 2016, con la conquista de Roland Garros, Novak Djokovic cerró un círculo que se le resistía y, con un excelso tenis, parecía inabordable. Nadal y Federer acusaban el paso de los años y Murray yacía a la sombra del serbio. Sin embargo, en el momento en el que muchos anticipaban que el tenista de Belgrado se convertiría en el más laureado de la historia, su trayectoria frenó en seco. Su voracidad se desvaneció al cumplir su objetivo, y el británico halló la fórmula para inclinarle. Dentro de poco se cumplirán dos años de su asalto a París, y su cuenta de Grand Slam permanece intacta desde entonces (12).
En 2017, mientras Federer y Nadal resurgían con más fuerza que nunca, él terminó por decir basta ante los continuos dolores de codo que afrontaba en cada partido. Decidió parar y seguir el camino de sus dos grandes rivales en la historia, con la mente puesta en protagonizar un regreso a su altura. Pero las comparaciones son odiosas. Tras renunciar a los primeros eventos, el serbio reapareció en el Abierto de Australia bajo una gran expectación. Recordó lo que es ganar, pero el joven y talentoso Chung le puso en evidencia, en un encuentro en el que se vislumbraron que los problemas persisten.
Más allá de los dolores, que remitieron con la operación, el problema para Djokovic es adaptarse a una nueva mecánica de saque que le permita no forzar en exceso el codo. Soluciones forzadas, como en su día tomaron otros tenistas como Juan Martín del Potro. El serbio aún no está en sintonía con ese movimiento, y de ahí el gran cúmulo de dobles faltas que acusó ante Chung. Si pronto no llega a asimilar este cambio, la frustración puede desencadenar una crisis importante en su juego. Precisamente lo que más necesita ahora el ex número uno del mundo es paciencia.
«Va a ser un tremendo desafío para Novak, sobre todo a nivel mental. Debe aceptar la necesidad de trabajar muy duro sin ver recompensas a corto plazo», ha comentado Boris Becker, el entrenador que sacó todo el jugo al tenis de Djokovic, y que, al igual que el resto del equipo, se vio apartado por el serbio tras el primer tercio de temporada de 2017. El alemán no tiene fe en que su pupilo pueda ganar a corto plazo: «Sería irreal, a mi parecer, esperar que Novak ganara un Grand Slam nada más reincorporarse. Rafa y Roger hicieron algo que no es normal», comentó Becker en declaraciones recogidas por Ubittenis y Punto de Break.
Si el alemán no confía en un regreso prodigioso de Djokovic, al que coloca fuera del alcance de Federer y Nadal, más desafortunadas fueron las palabras de Niki Pilic, que también fue su técnico en el pasado. «Djokovic alcanzó la cumbre del Everest al ganar Roland Garros el pasado año y será muy difícil que regrese a ese nivel de juego y concentración«, señaló el croata hace exactamente un año. En ese momento en el que el serbio sufrió derrotas con mayor frecuencia, Pilic comentó que la motiviación y las prioridades de Djokovic eran otras.
Es cierto que desde su paternidad, el tenista de Belgrado confesó que su prioridad dejaría de ser el tenis. Sin embargo, Federer ha demostrado que ambas cosas se pueden aunar a la perfección. El regreso de Djokovic resulta más complejo que el de Nadal y Federer por tener que cambiar mecánicas tras más de una década con un estilo marcado. Su vuelta, eso sí, ha resultado algo prematura, así como las decisiones para cambiar por completo a su equipo. Difícilmente atravesará un momento tan idílico como el de aquella primera mitad de 2016, pero sus capacidades físicas y su excelso tenis se contraponen con la opinión de aquellos que ya le entierran. De momento, está inscrito en el torneo de Indian Wells, cuya fase previa ha arrancado este mismo lunes. Sin embargo, se espera que anuncie su baja de un momento a otro. Habrá que esperar para ver si niega la razón a aquellos detractores. El tiempo dictará sentencia.
Alberto Puente