El propio Novak Djokovic lo dijo en rueda de prensa, hace tan sólo unos días, con motivo de su presencia en el Conde de Godó: «Nadal es el mejor tenista de la historia sobre tierra batida». Como el serbio, han sido muchos los que se han rendido ante los números que presenta el tenista español en esta superficie, donde su porcentaje de triunfos supera el 80%. El año pasado se coronó en cuatro de los cinco torneos que disputó sobre la arcilla, y este curso va camino de hacer lo propio, o incluso mejorar ese registro.
Para mantener el número uno tan sólo tiene margen de error en Roma, donde fue apeado en los cuartos de final en 2017 por Dominic Thiem. Precisamente el austríaco se presentó en Montecarlo como la mayor amenaza, pese a su reciente lesión, pero el balear, con un 6-0 en la primera manga, ejemplificó su superioridad. Desde que cayera ante el joven tenista en la capital italiana, todo son victorias. Ha encadenado Roland Garros, sus dos encuentros en la eliminatoria de Copa Davis ante Alemania y la presente edición de Montecarlo.
En el Principado suma ya 11 títulos, nadie había ganado tantas veces un torneo. Y en Barcelona busca hacer lo propio. Desde luego, de momento parece que va sobrado. Tras superar a Carballés, este jueves ha hecho lo mismo con Guillermo García López, al que ha superado con holgura (6-1 y 6-3). Sólo en un tramo de la segunda manga ha generado dudas con su derecha. Lo cierto es que son ya 40 sets consecutivos los que ha ganado Nadal, y en ninguno de ellos ha cedido cinco o más juegos.
Este dato refleja el ‘paseo’ que afronta Nadal en cada envite, sin nadie que sea capaz de hacerle sombra. Tan sólo Nishikori, en la primera manga de la final de Montecarlo, consiguió tener un atisbo de victoria. Sin embargo, como el resto, se diluye ante la impotencia con el transcurso de los juegos. Nadal sigue sólido su camino para levantar también su undécima corona en Barcelona y, de paso, retener una semana más el número uno del mundo. Su próximo rival, en cuartos de final, será Klizan, que se impuso a Feliciano López.
A. Puente