Todo tenista tiene un sitio que le ‘pertenece’, un lugar donde los resultados tienden a acompañarle. Una país, una ciudad, o incluso una pista específica. Aunque los hay que tienen más de uno. En el caso de Rafael Nadal es complejo designar dónde se encuentra más cómodo. En el Principado, un lugar idílico, en Barcelona, donde su figura ya da nombre a una emblemática pista, o en Roland Garros. La grandeza del territorio inclina el pensamiento hacia París, donde sus números están fuera de la órbita de cualquier ser humano.
81 encuentros disputados, 79 triunfos y tan sólo dos derrotas. Tan sólo en 2009 frente a Soderling y en 2015 ante Djokovic ha abandonado cabizbajo la ‘ciudad del amor’. El resto todo han sido victorias, con un porcentaje del 97,5%. En la última temporada conquistó el título sin ceder un sólo set. Roland Garros es, realmente, el jardín de Rafa. Los títulos de Montecarlo y Barcelona, también sin ceder ninguna manga, invitaron a pensar que Nadal tendría un nuevo ‘paseo’ por París, pero la derrota frente a Thiem en el Mutua Madrid Open ha generado dudas.
El austriaco ha sido el verdugo del español en las últimas dos derrotas de éste en tierra batida. Sin embargo, según comentó Rafa en rueda de prensa, no le tiene tomada la medida. «Yo le gané fácil hace tres semanas», declaró el balear. El número uno del mundo hasta el próximo lunes se mostró vulnerable en los cuartos de final, con excesivos errores no forzados que no acostumbra a cometer. Pero más allá de que Nadal no encontrara su tenis, al otro lado de la pista se vislumbró a un hombre capacitado para recoger el testigo.
Thiem gusta al público, es así. Su revés encandila al espectador y su derecha, agresiva, les deja embobados. A sus 24 años, ya sabe lo que es ganar en todas las superficies, pero sus virtudes salen a relucir sobre todo sobre polvo de ladrillo. El pasado año ya se erigió como la gran alternativa a Nadal, y ahora, en Madrid, se ha destapado por completo. Tras ganar a Nadal, ha cumplido con el pronóstico frente a Anderson, al que ha barrido por 6-4 y 6-2 con suma facilidad, en apenas noventa minutos de juego.
Este domingo (18:30 horas) tendrá la oportunidad de conquistar su primer Masters 1000, en otra muestra de que el ‘Big Four’ pierde fuelle en el circuito. Isner o Zverev fueron los últimos en saborear ese éxito, y el austriaco camina firme para meterse en esa lista. En la última ronda espera a Shapovalov o Zverev, pero la sensación es que si despliega su tenis es favorito, por mucho que el alemán luzca un ranking superior. Sea como fuere, lo de Thiem no es algo pasajero, efímero. Lo de Dominic es serio, real y pinta a duradero. El austriaco es el sucesor de Nadal en arcilla, y ya es una realidad. En Roland Garros será la mayor oposición del español. París puede dejar de ser el jardín de Rafa.
Alberto Puente