viernes, noviembre 15, 2024
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Madrid da a luz a la joya que hace temblar a Federer y Nadal

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Cuando Roger Federer disputó sus primeros partidos en el circuito, allá por 1998, hace dos décadas, Alexander Zverev aún era un bebé. No había descubierto aún el talento que atesoraba, pero por vocación (su hermano también es tenista) pronto sabría que estaba destinado a tomar una raqueta. Y mucho menos, a medirse a esa leyenda a la que tanto ha admirado a través del televisor. Ahora, con el paso del tiempo, se ha erigido en la figura que puede acabar con la hegemonía que el suizo y Rafael Nadal han implantado en el circuito desde hace más de una década.

Han transcurrido cuatro años desde que Zverev se descubriera al mundo tras alcanzar la semifinal en Hamburgo. La precocidad con la que obró el resultado invitó a pensar que era la nueva joya del tenis. Pero han sido tantos los nombres que han quedado enterrados por falta de ambición y pasión, que las dudas se ceñían sobre el germano. Tras los focos del ‘Big Four’, ha crecido según lo ha hecho su tenis, hasta ocupar actualmente el número tres del mundo, que ya ostentó por momentos la pasada temporada. En la final ante Thiem ha vuelto a demostrar que está preparado.

El tenis lo tiene, como muchos otros jóvenes talentos que emergen de vez en cuando. Pero a diferencia de ellos, su mentalidad si parece la propicia para hacer algo grande en este deporte. No arroja la toalla cuando la situación se pone compleja, aunque en este Mutua Madrid Open todo le ha ido a favor: no ha cedido el servicio en ningún partido. Un dato descomunal, que evidencia la solvencia al servicio del alemán. Si a ello le añadimos un revés que hiere en todo momento y una derecha cada vez más trabajada, el resultado es un tenista realmente completo.

El pasado curso levantó los títulos en Roma y Montreal. Sus dos primeras finales, y dos títulos. Tuvo el temple que le faltó en Miami ante Isner. No obstante, en la capital española ha refrendado que ante la ausencia de los grandes favoritos, el testigo es suyo. Aunque enfrente estuviese Thiem, que pudo con Nadal, y que en tierra batida se desenvuelve como pocos. El austriaco, en esta ocasión, no fue el mismo que ante el español. Se excedió en errores no forzados y lo pagó caro. Un break al inicio de cada set le bastó al germano para cerrar una semana de ensueño con su tercer gran título ATP.

Su asignatura pendiente son los Grand Slam. Sólo en la última edición de Wimbledon alcanzó la segunda semana. Su techo en los ‘majors’ son los octavos de final, algo difícil de explicar. Pero Zverev ha demostrado que sabe cómo y cuándo ir quemando etapas. Sólo le falta ese ‘click’, ese cambio en su cabeza que le permita exhibir su versión de siempre en los escenarios de mayor renombre. Ese será el momento en el que alguien, de una vez por todas, desbanque a los dos mejores jugadores de la historia de este deporte.

Es sólo cuestión de tiempo. Federer tendrá complicado sostenerse entre los dos primeros puestos del ranking estando tres meses alejado de las pistas, siempre y cuando no alcance la excelencia, como hizo en 2017. Nadal, tras su lesión, es una incógnita en otras superficies. Ambos superan la treinta, y aunque se empeñan en hacerse eternos, todo tiene su final. Y cuando este llegue, Zverev escribirá el principio de su historia. Una en la que de momento ya van tres títulos de Masters 1000. Madrid a dado a luz a la joya que tomará el testigo.

Alberto Puente

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