jueves, noviembre 21, 2024
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El rey noruego centra la atención en la Copa de vela en ausencia de Felipe VI

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Harald V, de 82 años, ha competido varios años en aguas de la bahía de Palma en pugna con el rey Juan Carlos, aunque la última vez que lo hizo fue en 2010 con Felipe de Borbón, entonces príncipe, como rival.

A la espera de que coincidan los dos monarcas en el campo de regatas, el rey noruego ha acaparado los focos al subirse al «Fram XVIII», encuadrado en la categoría ClubSwan 50, como el «Aifos 500» de Felipe VI.

Después de participar en la sesión de entrenamientos de ayer, domingo, el jefe de Estado noruego se ha embarcado como cualquier otro regatista en el Real Club Náutico de Palma para ponerse al timón del monocasco.

Se ha enfundado un mono de tirantes gris de pantalón corto y una gorra, además de llevar una rodillera en la pierna derecha.

En el trono desde enero de 1991 tras la muerte de su padre, Olaf, Harald V es una gran apasionado a la vela, disciplina en la que participó en tres Juegos Olímpicos: Tokio (1964), en donde fue el abanderado de Noruega, México (1968) y Múnich (1972).

Presidente de honor de la World Sailing, ganó un campeonato europeo en 2005 y cada año participa en varias regatas en su país y en el extranjero, pasatiempo que comparte con su amor por la naturaleza, la caza y la pesca.

Su llegada a Mallorca ha venido precedida por la del elegante yate de la familia real del país nórdico, el «Norge», atracado desde hace una semana en la base naval de Porto Pi.

La casa real española y la noruega mantienen una buena relación desde hace años labrada por la amistad de Juan Carlos I con Harald V, a quien le concedió el Toisón de Oro en 1995, en la única ocasión en la que ha viajado a España de manera oficial.

El monarca y la reina Sonia asistieron en 2004 en Madrid a la boda de don Felipe y doña Letizia, quienes no han visitado Noruega ni como reyes, ni como príncipes.

Harald V es uno de los veteranos de las monarquías europeas, aunque comparte algunas tareas con su hijo, el príncipe heredero, Haakon, quien ya ejerció las funciones de regente cuando fue operado de cáncer de vejiga en diciembre de 2003 y de corazón dos años después.

Su hija mayor, la princesa Marta Luisa, de 47 años, ha vuelto a poner a la casa real noruega en el centro de la polémica después de que a mediados de mayo anunciara su relación con el chamán estadounidense Durek Verret, promotor de las pseudociencias.

Marta Luisa ya tuvo una controvertida relación con el escritor noruego Ari Behn, del que se divorció en 2016 y con quien tiene tres hijos.

También dio pie al escándalo la publicación de un libro en el que enseñaba a contactar con los ángeles y provocó el malestar de los obispos cuando aseguró que también podía hacerlo con los muertos.

Tras conocerse la relación de su hija con el gurú, el rey Harald dejó abierta la puerta a retirarle la condición de princesa ante las críticas surgidas en Noruega por utilizar el título para la promoción de la gira de conferencias sobre terapias alternativas que ambos han llevado a cabo bajo el título «La princesa y el chamán».

«A quienes sentís la necesidad de criticar: deteneos. No vais a decidir por mí o juzgarme. No elijo a mi hombre para satisfaceros a vosotros, a las normas o las cajas que habéis elegido en vuestras mentes para mí», escribió la princesa en las redes sociales al presentar a su nuevo novio.

Marta Luisa renunció al título de alteza en 2002, por lo que no recibe asignación pública, pero mantiene sus derechos dinásticos como cuarta en la línea de sucesión al trono.

La princesa Mette-Marit, esposa de Haakon, corroboró en una ocasión las dotes curativas de su cuñada tras superar una afección renal gracias a ella.

 

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