«La pandemia ha venido bien para que se descubra que hay mucho camino por recorrer en lo que se refiere a digitalizar un poco más las clases», sostiene en una entrevista este ingeniero reconvertido a profesor, que quedó entre los 10 finalistas al Global Teacher Prize 2017, galardón que premia al mejor docente del mundo.
Aunque se define como un «optimista compulsivo», el fundador y creador de las plataformas gratuitas Unicoos y Beunicoos reconoce y comparte la preocupación de profesores y familias ante una «vuelta al cole» incierta por la amenaza del coronavirus.
«Es una incertidumbre total» que hace «mella» tanto en los docentes, que «no saben si van a tener que dar clases presenciales, con cuántos alumnos o las medidas a adoptar», como en los padres que, preocupados por la conciliación laboral y familiar, desconocen si sus hijos irán o no al colegio, en qué condiciones o el protocolo frente a contagios.
MÁS PROFESORES Y «CLASES DE URGENCIA»
Urge, en su opinión, una solución «ambiciosa» desde un enfoque «integral» que pase por invertir más en Educación, y donde administraciones, padres y madres, docentes y alumnos remen en la misma dirección.
«Si reducimos la ratio (de alumnos por docente) y contratamos profesores, el problema se soluciona en el acto, pero no se está haciendo», opina Calle, muy critico con la tardanza en las instrucciones para el nuevo curso.
En la época de la obligada distancia de seguridad, Calle acude a Pitágoras y a su famoso teorema para concluir que es «inviable» que en una clase estándar quepan más de «7 u 8» alumnos: «Es tan fácil como hacer triangulitos y pitagorizar».
Se deberán entonces habilitar más espacios, dice, al tiempo que confía en que si hay «voluntad» se encuentre la solución: «Igual que se construyeron UCIs de urgencia, se pueden utilizar clases de urgencia».
HACIA UN MODELO MIXTO, CON COVID O SIN ÉL
En su caso, con más de 800 vídeos que acumulan alrededor de 250 millones de visitas y 1,4 millones de suscriptores en su canal de Youtube, Calle admite que, como muchos profesores, echa de menos estar con los alumnos de su academia de Madrid, cerrada desde marzo, y reconoce estar «preocupadísimo» por no saber «qué va a ocurrir».
Su experiencia frente a una cámara grabando vídeos de Matemáticas, Física o Química le ha hecho concluir que los conceptos teóricos se pueden adquirir en remoto -«si quieres aprender una integral, puedes ver un vídeo de YouTube»-, pero la parte «humana» de aprender y compartir valores no puede impartirse «online» porque «jugar y discutir con tus amigos es mucho más difícil con una tablet».
Eso hace que las clases presenciales sean, subraya, «insustituibles», de modo que quizá sea el «momento de que la parte tecnológica se introduzca en la Educación y ese modelo mixto se perpetúe en el tiempo, tanto si hay COVID, como si no».
Pero, en su opinión, a día de hoy, el sistema no está preparado para un curso «online». Tras la «improvisación» vivida durante el confinamiento, afirma, «no se han hecho los deberes» para asegurar que en este nuevo curso todos los alumnos estén en las mismas condiciones.
Si ese modelo mixto es el camino, advierte, «no puede ser que haya alumnos que no puedan conectarse» a Internet, familias que no dispongan de las condiciones habitacionales apropiadas para el estudio a distancia o que no todos los profesores tengan la formación necesaria en nuevas tecnologías, ni reciban directrices claras desde la administración.
Un complejo escenario vivido en los últimos meses, donde a la tarea del teletrabajo de los padres, se ha unido la de profesor improvisado sin tener muchos de ellos el tiempo y la formación necesarias, indica Calle.
No puede ser, añade este docente, que la evolución educativa de un niño dependa del nivel socioeconómico o de los conocimientos de su familia, y subraya que debería replantearse no ya «qué» se imparte, sino «cómo».
Porque enviar deberes por Internet no es dar clases «online», señala Calle, que aboga por revisar la carga lectiva de los alumnos y dejar de insistir en «la memorización» de conceptos para profundizar más en valores y habilidades como el trabajo en equipo o la resiliencia.
Esa es la parte «humana» que se ha perdido en estos cuatro meses, un «problema» que no debe perpetuarse en el tiempo, dice este profesor y emprendedor que ha puesto la experiencia de sus plataformas, con herramientas tanto para profesores como para alumnos, a disposición del Ministerio de Educación.
¿Su receta para el nuevo curso? «Que escuchen a los profesores, que nos escuchen».
Miriam Mejías