Llega julio, regresa el Tour de Francia. Tiempo de preeminencia para las bicis con la vitola de una carrera centenaria que con el peso de la televisión, la reincidencia y la tradición es concebida por el imaginario colectivo como la competición entre las competiciones. El planazo de tres semanas por Francia, algún día menos empero por la universalización del ciclismo y la tendencia sin filtro y con réditos a cruzar fronteras.
El Tour es el Tour que dicen los franceses. Bien. Pero ciclismo hay durante buena parte del año y el nivel de espectáculo posiblemente sea mucho mayor. El mayor espectáculo del mundo ciclístico se avecina, y se nota, porque en los prolegómenos también surgen noticias e informaciones de registros vinculados a la lucha contra el dopaje, la palabra prohibida, la innombrable, la que tanta mácula reputacional dejó con las prácticas de hace unos años, bolsas de sangre y sustancias diversas incluidas.
Con todo, pese a todo, aquí está una nueva edición de la ronda gala. El esloveno Tadej Pogacar, último biganador de la carrera, acude a la gran salida desde Copenhague con el objetivo y el reto de igualar al francés Louison Bobet y al británico Chris Froome, los dos únicos corredores que han sido capaces de ganar tres ediciones de la prueba de forma consecutiva. El logro, desde luego, le situaría en otra dimensión dentro de este deporte. El chavalote de Komenda, que se destapó sobre las tres semanas en la Vuelta de 2019 y que ya era muy bueno en la categoría sub23, solo tiene 23 años. Y un palmarés que muchos ya quisieran, palmarés creciente donde reposan dos monumentos como la Lieja-Bastoña-Lieja y el Giro de Lombardia. Pogacar, que no se olvide, viene de ser quinto en la Milán-Sanremo y cuarto en el Tour de Flandes de este año.
Leían bien antes: Copenhague. El Tour es de Francia, pero el negocio es universal y esta es una tendencia de las grandes vueltas en las que el Giro de Italia se ha hecho especialmente reincidente. Tres días fuera y uno de descanso, o traslado, adicional. Pero eso, y que en 2022 las “tres grandes”, que si el Tour, que si el Giro, que si la Vuelta, salgan fuera de sus escenarios geográficos naturales es otra cuestión. La ‘Grand Depart’ desde la capital danesa llega un año después de lo previsto.
La pandemia de la COVID-19, que tanto se hizo notar en el desarrollo de la temporada 2020 con un atípico calendario que puso la ronda gala en las fechas de la Vuelta a España (que por algo también está gestionada por la misma empresa: ASO, Amaury Sport Organization), agosto y septiembre, esa misma pandemia motivó un cambio de fechas a tiempos en los que la amenaza de las restricciones fuera menor. Lo es, es cierto, pero el bichito sigue circulando y mientras leen estas líneas son varios los nombres que ya se han caído de la lista de participantes por haber dado positivo…
¡Y a ver qué pasa hasta el viernes! ¡Y a ver qué influencia puede tener en el desarrollo de la carrera! Tadej Pogacar es el máximo favorito por eso de defender título, que no es cuestión baladí, pero a priori esta edición se presenta como un ‘duelo de eslovenos’ (¡quién lo diría hace solo quince años!). Frente a Pogacar, su compatriota Primoz Roglic. Más veterano, treintañero, pero igual de gran ciclista y con cierta vitola de ‘pupas’ (caídas, una general perdida en la última crono, hace dos años, yendo de maillot amarillo, precisamente ante Pogacar).
Duelo de eslovenos, en apariencia. Un vigente ganador con un bloque fuerte, pero no tanto como el de un aspirante que ha hecho fortuna en la Vuelta y que tiene un lugarteniente danés, Jonas Vingegaard, que acabó segundo en 2021. Más allá de ellos dos siempre hay aspirantes, pero cuesta verles dar un paso adelante salvo caída, retirada o imponderable. El ruso Alex Vlasov, del Bora; el galés ganador en 2018 Geraint Thomas o el inglés Adam Yates, del Ineos; el español, uno de los nueve españoles de esta edición (la cifra más baja en décadas), Enric Mas, del Movistar; ¿el italiano Damiano Caruso o el neocelancés Jack Haig, ambos del Bahréin-Mérida, el equipo de los registros antes citados?; el francés David Gaudu, del FDJ, si no muta en un Thibaut Pinot 2.0; el colombiano Nairo Quintana, del Arkea… Hay más nombres. Y otros nombres que no aspiran a la general, pero captaran muchos focos, acaso con Mathieu Van der Poel al frente. Y alguno más que surgirá porque siempre surgen sorpresas.
En el Tour de Francia 2022 se pisan cuatro países (Dinamarca, Bélgica, Suiza y Francia), la crono se reduce a la primera etapa y a la penúltima para totalizar unos tristísimos 54 kilómetros (malos tiempos para luchar contra el reloj), ofrece tramos de adoquines para el quinto día y cierra la primera semana en el macizo de los Vosgos, en la montaña a la que más se ha aferrado el director del Tour Christian Preudhomme para la modernización de los recorridos: La Panche de les Belles Files.
En la siguiente llegarán grandes montañas alpinas, con puertos históricos como el Galibier (dos días), Croix de Fer, un final a más de 2.400 metros en el Col du Granon y otro en el Alpe d´Huez. Y para la final, unos Pirineos más imaginativos donde debutará un puertaco impresionante, el Col de Spandelles, con el Aubisque antes y el final en Hautacam después. Pero el recorrido, al final, es una mera propuesta. Y sobre la misma hay que ver la actitud de los corredores, o de sus equipos, o de sus rectores. Y al respecto, viendo los últimos tiempos, fugas que parecen pactadas, ofensivas mínimas, cuesta ser optimista.
El Tour ante todo es un fenómeno que capitaliza televisa, mediática, y en redes sociales el mes de julio a nivel universal. El poder de las fechas, la magia de sus fechas privilegiadas e inamovibles en el calendario. El Tour es la más célebre, y acaso aún siga siendo la más soñada, pero su tendencia en cuanto a desarrollo deportivo en los últimos años ha sido consolidarse como la más aburrida. Desde luego, en el universo de las tres grandes, esto es el citado Tour, el Giro de Italia y la Vuelta a España.
Pero temporada a temporada, dentro del ciclismo como deporte en sí. La emoción ha sido muy puntual y, cuando no hay esa tensión, el ‘ojo de Sauron’ mira hacia la polémica o el escándalo, en creciente ocasiones aportado por un creciente número de seguidores más cerca del postureo que del disfrute. Un pulso entre Pogacar y Roglic, teórico. Pero Roglic ya lo ha dicho varias veces en broma: está en el Tour para preparar la Vuelta a España, la carrera que ha ganado en sus últimas tres ediciones. Hay muchísima vida competitiva más allá del Tour de Francia.