Hace tres años, los balcones donostiarras se llenaron de banderas blanquiazules para tratar de conjurar ‘in extremis’ el descenso de la Real Sociedad y, este domingo, los decaídos ánimos de entonces se transmutaron en rostros exultantes de alegría para celebrar el regreso del equipo a Primera División.
Anoeta, con un lleno total, fue el escenario de la fiesta, el lugar donde 31.000 aficionados dieron rienda suelta a la felicidad por haber recuperado la categoría que la Real había mantenido durante 40 años ininterrumpidos hasta su bajada «al infierno» hace tres temporadas.
Y es que los seguidores han vivido estas campañas en Segunda como un auténtico castigo, acostumbrados a ver medirse a su equipo con los mejores del fútbol español y conscientes de las dificultades que muchos otros habían tenido anteriormente para salir de la categoría de plata.
Desde que la conclusión del partido ante el Celta, la dicha colectiva se ha vivido tanto en las gradas como en el exterior, donde se han congregado miles de aficionados sin entrada, que han disfrutado de una «batucada» y que en una pantalla gigante han podido ver momentos puntuales del partido y vídeos históricos del equipo. Algunos, incluso, se animaron a bañarse en la fuente de la plaza de Pío XII, próxima al estadio, en un día semilluvioso y con el termómetro a 17 grados.
Los jugadores fueron vitoreados en el campo, donde los gritos de «A Primera, a primera» se sucedieron a lo largo del encuentro, especialmente tras el segundo gol de la Real, que colocó a un milímetro el objetivo del ascenso.
La plantilla obsequió al público, de uniforme blanquiazul, con una vuelta al «ruedo, además de tiradas en plancha sobre el césped, a las que se ha sumado también el entrenador, el uruguayo Martín Lasarte, que este domingo recoódo a su padre, guipuzcoano de Andoain.
La plaza de Guipúzcoa será testigo de la celebración
Pero también hubo lágrimas entre los jugadores, que tras los primeros minutos de celebración y un breve paso por los vestuarios, regresaron al campo uno a uno ante el éxtasis de la afición, que este lunes tendrá la oportunidad de repetir cuando el equipo se acerque en autobús a la plaza de Guipúzcoa para ser recibido por el gobierno de la Diputación y saludar luego desde el palacio foral.
Mikel Aranburu abrió los discursos de agradecimiento desde una tarima colocada en el césped, donde Emilio N’Sue se ha arrancado a cantar el himno realista y alguno más le ha imitado después.
Los fuegos de artificio y las serpentinas pusieron fin a la celebración y los jugadores han posado para los fotógrafos en las pistas de atletismo que rodean el estadio antes de despedirse con una vuelta de honor.
Los «fans» realistas se han dejado ver por las calles desde antes del mediodía, ataviados con los colores «txuri urdin» y convencidos de que el ascenso que se resistió la pasada semana se iba a consumar este domingo, pues para frustrarse tendría que haber habido demasiada matemática confabulada contra los hombres de Martín Lasarte.
La prensa local también lo daba por hecho, así como los protagonistas fotografiados para sus páginas, desde el alcalde donostiarra, Odón Elorza, al ex mítico portero Luis Miguel Arconada y al surfista Aritz Aranburu, que cuenta en El Diario Vasco que hace cuatro años le dijo a un camarero en Las Maldivas que era de la Real y le recitó «la alineación entera».
El obispo José Ignacio Munilla, la soprano Ainhoa Artata, los componentes de La Oreja de Van Gogh, el cineasta Borja Cobeaga y la presentadora Emma García se han declarado también entusiastas
realistas.
Quien se ha movido entre la cautela y la certeza ha sido el club, que en su página web colocaba en la noticia destacada de la jornada el siguiente titular: «Hoy puede ser un gran día. La Real recibe al Celta a 90 minutos del ascenso».
Y entre tanta euforia general, ha habido quien ha encontrando tiempo para la reflexión, como el diputado foral de Deportes, Iñaki Galdos, que cree que la etapa en Segunda ha servido para hacer la «catarsis» en un club que ha atravesado una importante crisis económica y deportiva, con concurso de acreedores de por medio, y que ahora puede afrontar el futuro «con mayores garantías de éxito».