Fabio Cannavaro es un futbolista al que la vida le ha regalado mucho más de lo que podría esperar. Marcó una época en los 90 y a principio de los 2000, fue campeón del mundo y se convirtió en el último defensa galardonado con el Balón de Oro, cuando en las listas de los mejores de la historia en su posición rara vez aparece.
Lo cierto es que dio una lección de juego en el Mundial y eso le sirvió para obtener un reconocimiento que se le negó a Maldini, Hierro, Cafú o Roberto Carlos. Siempre fue un gran profesional dentro del terreno de juego, pero fuera de la cancha también se metió en fregados importantes.
Estuvo relacionado con el fascismo por algunos gestos desafortunados y todos los seguidores italianos recuerdan su vídeo inyectándose una sustancia que por entonces no era dopante, pero que emborronó su carrera para siempre. Su estancia en el Real Madrid no fue todo lo exitosa que muchos esperaban, pero su gran problema llegó tras su retirada, cuando se descubrió que había defraudado a la Hacienda italiana más de un millón de euros en impuestos de sociedades, regionales y de IVA desde 2005 hasta 2010.
Por eso, las autoridades napolitanas le embargaron bienes valorados en casi un millón de euros y un yate que cuesta 180.000 euros. Sin embargo, el ahora entrenador del Guangzhou Evergrande chino (donde no cobra cuatro duros) se saltó el precinto policial para acceder a su casa y según sus propias palabras darse un baño en la piscina.
The Guardian asegura que el futbolista ha sido condenado a 10 meses de prisión por esto. Además, su mujer recibió la misma sanción, mientras que su hermano, Paolo Cannavaro, actual jugador del Sassuolo, también fue condenado. Todos habrían recurrido la sentencia, por lo que habrá que esperar para ver si las penas se confirman.