Carles Puyol no es ningún chaval. Tiene 36 años y una carrera larga a sus espaldas, pero debutó con el primer equipo del Barcelona con solo 21 años y parece que no hay una cosa que le guste hacer más en la vida que jugar al fútbol. No sabe hacer nada mejor. Por eso, pese a que se marchó con una edad ya considerable, siempre dio la sensación de que se fue antes de tiempo, antes de lo que le hubiera gustado.
‘Puyí’ siempre fue un auténtico portento físico. Sus marcajes en la banda derecha en los primeros años secaban a todos los mejores futbolistas del mundo y después supo reinventarse mejor que nadie en la posición de central. Sin embargo, no se descuidó pensando que en su nueva demarcación no necesitaba tanto recorrido. Siempre entrenó como el que más en Can Barça.
Se hizo mayor y siguió deslumbrando con su potencia y con sus ganas de llegar antes que nadie. Llegó al Mundial de 2010 ya maduro, pero en un momento de forma admirable. Parecía que su juventud no iba a tener fin. No dio ni un solo síntoma de decadencia. En ningún momento se vio que empezase a bajar poco a poco su rendimiento.
Pero una jornada su nivel se desplomó de golpe. Se hizo mayor de un día para otro. Así fue mejor porque no le dio tiempo a ensuciar su carrera. Además, su cuerpo dijo basta y las lesiones no le permitieron despedirse en el campo como le habría gustado. Su rodilla no estaba preparada para aguantar toda esa masa muscular en un hombre que pasaba ya de los 35.
No tenía claro lo que quería hacer con su vida. Primero anunció que dejaba el Barça y meses después que colgaba las botas definitivamente. Pasó a formar parte del equipo de Zubizarreta y vio desde dentro que el fútbol es más bonito si se vive en el césped, cuando el club despidió a su jefe. Entonces, decidió marcharse del equipo de toda su vida para volverse a preparar para un nuevo reto.
Su rodilla ya estaba descansada y podía volver a entrenar. Trabajo en solitario y se esforzó hasta el punto de que sus más allegados cuentan que está como en sus mejores tiempos, tal y como publica Mundo Deportivo. Entrena para volver a jugar y está como un toro, pero que nadie piense en un último servicio como el que hizo Scholes en el Manchester United, aunque falta le ha hecho al Barça en algunos momentos de esta temporada. Si se lo pidieran le costaría negarse a volver, pero piensa que su futuro está más en Nueva York o en Catar. Siente envidia sana de Raúl, que todavía sigue disfrutando de esto a los 38 años. ‘Tarzán’ está de vacaciones en Sri Lanka, pero ni allí pierde la forma porque le esperan destinos igual de exóticos para el fútbol.