El fútbol español siempre fue muy cerrado. La Liga española adquirió hace décadas un nivel muy alto y los jugadores de nivel no necesitaban salir fuera para demostrar su valía. Sin embargo, el hundimiento de los equipos de la clase media y la apuesta de los grandes por la ‘galactización’ obligó a los jugadores que despuntaban a buscarse un futuro mejor fuera.
Anteriormente, hubo unos cuantos pioneros que no fueron a México y optaron por destinos más competitivos como Luis Suárez, Nayim, Martín Vázquez o Guardiola pero por lo general los futbolistas patrios no se adaptaban nada bien a la distancia. De hecho, cuando se abrieron más las puertas a finales de los 90 y en los 2000 los movimientos más destacados fueron fracasos sonados como el de Mendieta y el de Reyes.
No obstante, hubo dos acontecimientos que cambiaron el modo en el que se veía al fútbol español lejos de la Península Ibérica. El primero de ellos fue la llegada de Rafa Benítez al Liverpool, ya que nunca antes un entrenador español había dirigido a un gran club europeo con medios suficientes como para rodearse de la gente que quisiera y darles la confianza que necesitaban. Ese equipo hizo ver a los ingleses que la generación de jóvenes futbolistas españoles que venía por detrás prometía mucho y gracias a eso se realizaron fichajes de cantera como el de Cesc Fábregas.
En cualquier caso, resulta evidente que el triunfo en la Eurocopa 2008 y los posteriores éxitos de ‘la Roja’ fueron vitales a la hora de poner un estilo de juego de moda. Esa forma de jugar era encarnada en el futbolista español. Sin embargo, en aquella lista de Luis Aragonés solo había jugadores que militaban en la Liga, junto a cuatro del Liverpool y al ‘Gunner’ Cesc. En ese momento solo los jugadores de talento contratado en España eran capaces de dar el salto a otras grandes ligas Europeas.
En cambio, tras el triplete de títulos, los futbolistas españoles se convirtieron en los brasileños de los 90 y los 2000 e incluso jugadores que no encontraban equipo en Primera se iban lejos a ganar muchísimo dinero a equipos de relativo prestigio. El fútbol español era sinónimo de éxito, la Premier empezó a fichar españoles en masa; la Bundesliga, la Ligue One y la Serie A la secundaron como pudieron, pero con las derrotas en el último Mundial y en la última Eurocopa la burbuja se empezó a desinflar. Se vio a las claras que Iniesta solo hay uno y que lo mismo pasa con Puyol, Xavi, Silva o Casillas.
Nolito, el único brote verde
Por eso, actualmente la inmensa mayoría de los equipos de la Premier League tienen a españoles en sus filas, pero cuesta encontrar a algunos que tengan roles importantes. De Gea, Silva y Cazorla todavía triunfan, pero el relevo generacional no está a la altura, puesto que los últimos fichajes no han funcionado y han recibido unas críticas terribles por parte de prensa y afición.
En las islas nadie entiende cómo Lucas Pérez puede costar 20 millones. Víctor Valdés ha pasado de ser un portero temible a una cenicienta. Negredo no le mete ni un gol al arcoíris. Marcos Alonso costó también 23 ‘kilos’, pero al menos en su caso se respeta el periodo de adaptación, en parte porque lucha contra otro español por su puesto.
La situación de Llorente y Borja Bastón es parecida a la de Negredo, con el agravante de que ellos no tienen un entrenador español que vaya a mantener su apuesta. Asimismo, la prensa gala se ceba con la vida extradeportiva de Jesé y en Alemania hablan del “prejubilado” Xabi Alonso, mientras que un sector muy importante tampoco comulga con el fútbol de Thiago.
Pese a todo, sería injusto decir que el fútbol español ha retrocedido dos décadas. Más bien, da la sensación de que Guardiola se ha convertido en el Rafa Benítez de hace diez años, puesto que el único fichaje de un español que no genera ninguna discusión en el extranjero es el de Nolito por el Manchester City, gracias en parte a que el futbolista cuenta con el abrigo y el apoyo incondicional de su técnico. Por último, a su manera Mourinho también ha devuelto algo de protagonismo a los españoles del United porque conoce bien su fútbol, pero por lo general ya no abre puertas el simple hecho de ser español.
Felipe Poza