En esta ocasión el Madrid recibió de su propia medicina. El conjunto de Zidane tomó el mando en el primer periodo, con un control que apenas se había vislumbrado hasta el momento. Benzema anotó en dos ocasiones para refrendar esa superioridad, pero de pronto todo cambió. Aubameyang acortó diferencias con rapidez. Los blancos pudieron sentenciar el envite, pero Ronaldo, entre otros, anduvo errático. Se relajaron en exceso los locales, que a última hora observaron atónitos como Reus lograba el empate y les relegaba a la segunda posición del grupo.
El ambiente y la expectación eran proclives al envite de envergadura que se iba a presenciar entre dos colosos de Europa. La única duda que se presentaba, y que estaba al corriente de ambos contendientes, era la necesidad, o no, de liderar al grupo, después de que muchos candidatos al título no hayan cuajado la primera fase que ansiaban. Quizás de esa incertidumbre nacieron los primeros errores blancos, que algo desacompasados permitieron que el Borussia les acechase, con pérdidas inoportunas. Schürrle tuvo la más clara, con un disparo desde la frontal en un balón muerto que dejó Varane.
Al antojo del Madrid
Sólo fue eso, un momento de dudas. Un espejismo que se disipó de inmediato con el Madrid más dominador de la temporada. Eso sí, a merced del repliegue del conjunto alemán, que consciente del beneficio que les reportaba el empate aguardaban a la espera de la contra. Pero estas no se produjeron, debido a lo crecidos que estaban los hombres de la medular. La ausencia de Isco y Kovacic apenas se notó, en parte gracias a la contribución de Modric, inmenso, y de un Casemiro que empieza a coger el tono.
Ocasiones apenas se vislumbraban. Cristiano se mostró más asociativo que de costumbre, y sirvió buenos balones a James y Benzema, que erraron ante Weidenfeller. Cuestión de tiempo parecía, y así fue. Lucas aguantó el esférico en una de sus ayudas en la divisoria, y cedió para Casemiro, que abrió a banda, donde Carvajal contaba con metros para campar por el carril derecho. El lateral ganó línea de fondo, y con un pase raso, puso el balón en la bota de Benzema, que golpeó al primer toque para convertir el tanto.
Paso atrás de los blancos
El gol supuso un cambio de tendencia en la postura táctica. La inercia llevó al Madrid a dar un paso atrás y el Borussia encontró esa posesión inexistente hasta el momento. Varane sacó de varios aprietos a los suyos, siempre con una elegancia que el Bernabéu supo recompensar con aplausos. No pudo hacer nada sin embargo ante una falta en la frontal. Modric la perdió en propio campo y rectificó con una entrada al borde del área que le costó la amarilla. Aubameyang la ajustó al palo, pero emergió un imperial Keylor.
Al filo del descanso el Madrid buscó matar el envite, casi siempre por la banda diestra, donde yacía Lucas. James se empezaba a sentir cómodo y daba sentido a las transiciones. Unos centímetros le faltaron a Cristiano para embocar a gol un balón a un par de metros de la portería. El duelo alcanzó el descanso, aún con la sensación de un Madrid superior, que está de dulce.
Benzema abre brecha
El Borussia partió con la intención de equilibrar el duelo lo antes posible. Con mucha verticalidad, se aprovecharon del exceso relajamiento de los pupilos de Zidane, que parecían seguir en el vestuario. Castro anduvo cerca, y también Aubameyang, al que en un par de ocasiones le faltó menos de un metro para empujar el esférico a la red. Fueron esos metros finales los que lastraron al equipo alemán, cuyas ideas no confluían en el área rival.
El Madrid demostró una eficacia mucho mayor. Cristiano puso en bandeja el segundo a Benzema, en una acción muy similar a la que supuso el primer tanto. El francés erró incomprensiblemente, pero pudo resarcirse en la misma jugada, escasos segundos después. James sacó a relucir su zurda, y el galo, con un buen cabezazo, no dejó pasar la oportunidad y abrió diferencias. Era el momento de pausa el balón y los tiempos, pero ahí los merengues anduvieron mal.
El Dortmund encontró un resquicio a la espalda de Carvajal, casi siempre en labores ofensivas. Ahí se generó el tanto, con un balón al segundo palo, donde aguardaba un atento Aubameyang. Pudo marchitar esa ilusión visitante Benzema en una jugada a balón parado, pero su testarazo lo interrumpió bajo palos un hombre de la zaga. El encuentro, entonces, quedó sin dueño, al libre albedrío. Opciones dispares, y momentos de dominio alternante.
El Madrid paga la relajación
El conjunto blanco pareció tomar el mando, con ocasiones para rematar la faena. La mejor la tuvo Cristiano, que tras una asistencia del incombustible Lucas, estrelló el balón en la madera. A partir de ahí, llegó una relajación excesiva. Poco movimiento en la medular que se tradujo en sucesivas pérdidas, que terminaron por condenarles. Fue en lo minutos finales, en el 87, para ser exactos. Los blancos recibieron de su propia medicina con un tanto de Reus, que sólo tuvo que empujar el esférico.
Alberto Puente