Respira el equipo del Cholo Simeone. Tras dos tropiezos consecutivos en Liga, el último muy doloroso (3-0 frente al Villareal), el Calderón esperaba una reacción. Tras observar como Las Palmas sometía a los suyos a la encerrona durante gran parte del envite, emergió el murmullo en la grada. Sólo Sául, con un disparo de frontal, calmó a la afición e inyectó de moral a un equipo que necesita tomar una buena racha para creer de nuevo en sus posibilidades.
Asedio rojiblanco
Ante la equidad que predomina este curso en la Liga, los pupilos de Simeone afrontaban el duelo con mucha necesidad, no sólo por reengancharse a la pugna por el primer puesto, sino por romper la serie de malos resultados que ahora mismo les deja fuera de Champions, el objetivo primordial del equipo. Se notó en los primeros compases, donde tras cinco minutos de tregua, el Atlético encerró a Las Palmas, guiado por uno de los menos habituales, Vrsaljko.
El lateral diestro dio profundidad al juego de los rojiblancos, que acumulaban un puñado de jugadores en zona de tres cuartos de campo para dificultar la salida de los de Setién. Dio su fruto, pues un error de Roque Mesa casi propicia el tanto de Gameiro. Instantes después fue Saúl, el que tras un barullo en el área, estrelló el balón en el palo con un disparo acrobático. Fueron los mejores momentos de los colchoneros, que también a la contra hallaron una forma de crear peligro.
Las Palmas toma la batuta
No obstante, la defensa amarilla consiguió mantener las tablas tras quince minutos de asedio Atlético. Después, poco a poco, el rumbo del encuentro varió. Las Palmas asumió riesgo, pero con acierto. Sus transiciones largas en la medular, encerraron cada vez más a los locales, que cedieron terreno. Tanto, que los de Setién tomaron la batuta del envite y empezaron a llegar con frecuencia. Si bien por la izquierda Viera no aparecía, la incorporación de Machedo en la derecha daba superioridad a los canarios, que tuvieron su mejor ocasión en un misil lejano de Lemos que se topó con el larguero.
Con treinta minutos transcurridos se empezaron a escuchar murmullos en el Calderón, nada contentos con la postura que adoptaban los suyos. También hubo tiempo para que los aficionados criticaran el cambio de escudo anunciado recientemente. La realidad es que los rojiblancos encontraron un par de ocasiones más, siempre con Griezmann y Gameiros como principales protagonistas, pero ninguno anduvo acertado a la hora de escoger una opción en los últimos metros. El empate sin goles al descanso, ajusticiaba la igualdad vislumbrada sobre el césped.
Saúl marca diferencias
La situación no cambió un ápice tras el descanso. Las Palmas tomó el esférico (65%) de posesión, y trató de elaborar con transiciones rápidas. A la contra, en cambio, continuaba el peligro rojiblanco Pero de nuevo persistían las dudas en la cabeza de Gameiro, que en cada situación de disparo que se encontraba, prefería asistir a Griezmann, siempre bien tapado. Mejor fluían las ofensivas de los amarillos, que rozaron el primero tras una buena jugada entre Viera y Mesa, que este último finalizó. Moyá, providencial.
Instantes después llegaría la respuesta del Atlético. Ante la imposibilidad de anotar en una posesión o en una jugada a balón parado, Saúl probó desde lejos. Y su genialidad individual marcó las diferencias. El mediocentro se encontró un balón suelto, corrió, se colocó, y con el interior de su bota izquierda metió la suficiente rosca para colocar el balón pegado al palo y evitar que Varas llegara. Un bálsamo para Simeone, que no tenía nada claro el futuro del choque.
Las Palmas no se arrugó y trató de ofrecer una reacción inmediata. Cargó su juego a la banda izquierda y acumuló hombre en el área rival, pero con el transcurso de los minutos afloró el cansancio y dieron un paso atrás. Fue el momento en el que Simeone aprovechó para aportar algo de frescura con la entrada de Torres en detrimento de Carrasco. El Atlético, listo, sostuvo más el balón hasta cerrar un encuentro que se antojaba decisivo. Vuelve la confianza al equipo de Simeone tras dos duros tropiezos.
Alberto Puente