Cristiano Ronaldo acaparó todos los focos en el Bernabéu, en los momentos previos al envite. Un puñado de estrellas acompañó al luso sobre el césped, para presenciar cómo Paco Gento le entregaba su cuarto balón de oro. Era su día, su fiesta, pero tuvo que repartir el protagonismo. Y es que todos se erigen importantes en el excelso momento que atraviesa el Madrid. Isco (2), el propio Ronaldo, Benzema y Casemiro pusieron la manita (5-0) frente al Granada, en un plácido encuentro que sirvió para prolongar la racha de partidos invictos.
Bastaron cinco minutos para vislumbrar la postura que adoptarían ambos conjuntos. Acorde a la diferencia abismal en la tabla, el Madrid optó por posesiones largas, con los laterales convertidos en extremos para aportar profundidad al juego y acumular muchos hombres en la medular. El balón fue sólo suyo, mientras el Granada agolpaba efectivos en su terreno, aferrado a mantener el resultado y aguardar a la contra. Una fórmula que no dio resultado alguno, pues no hallaron espacios para surgir con verticalidad, ni mostraron la rocosidad necesaria para frenar el empuje blanco.
Como ante el Sevilla, el Madrid se hizo grande en la presión. Isco robó y salió a la carrera, mientras Casemiro combinaba con Benzema. El francés habilitó al malagueño, que no falló en el mano a mano. Con la lata abierta, se desató el festival de goles. Y es que, minutos después, Benzema aprovechó un despeje de Ochoa a remate de Modric para hacer el segundo. Eso sí, en posición antirreglamentaria de la que no se percató el linier. El Granada, sometido, encontraba muchas dificultades para superar la línea central del campo.
Hambriento, el equipo de Zidane esquivó la posibilidad de dormir el balón. Cada espacio era aprovechado para ganar metros y generar ofensivas. Que se lo digan a Marcelo, que encaró con atrevimiento y tras deshacerse de un rival, metió un buen balón para Cristiano, que sólo tuvo que elevarse y cabecear a la red para ampliar aún más la diferencia. Isco, con una movilidad que imposibilitaba la labor de la zaga andaluza, fue el autor del cuarto a la media hora. Modric entró con velocidad por la derecha y le asistió con un buen pase raso, que el malagueño sólo tuvo que empujar.
Ahí se frenó la cuantía hasta el descanso. Y no precisamente por la falta de voracidad en los pupilos de Zidane. Isco desde la frontal, Modric tras una pared con Benzema… todos buscaron el quinto sin ninguna piedad, aunque no hubo tiempo para más.
Con el triunfo más que decantado, Zidane movió el banquillo. James, héroe ante el Sevilla, sustituyó a Kroos, necesitado de respiros. Asensio poco después chocó la mano con Isco, que arrastraba molestias de un choque anterior. El guion, eso sí, cambió poco en la segunda mitad, con el equipo blanco en busca de la manita. Sin embargo, con el paso de los minutos, su intencionalidad se desvaneció. El Granada por momentos pisó campo rival, aunque sin probar con garantías a Keylor.
La inercia hacía inminente el quinto tanto, y este llegó a balón parado, donde reside una de las principales virtudes del Madrid. James la puso con mimo y Casemiro apareció sólo en el segundo palo para convertir el tanto. Con dos marchas menos, el Madrid se dedicó a sostener el esférico y contener las aisladas llegadas del Granada. Marcelo, que este sábado ha cumplido diez años como madridista, recibió la ovación de un Bernabéu entregado, que coreó su nombre cuando el cuarto árbitro levantó el luminoso con el ‘12’.
El cansancio afloró en los blancos, muchos más erróneos a la hora de idear y culminar las jugadas. En el último suspiró apareció la única figura blanca que no había tomado parte en la fiesta: Keylor. El costarricense detuvo un disparo de Kravets y dejó la portería a cero. Triunfo incontestable del Madrid, que prolonga su racha de partidos invictos y pone la presión sobre el Barcelona, obligado a mejorar su imagen en el Madrigal.
Alberto Puente