Las altas pretensiones de Leo Messi suponen un problema para el Barcelona a la hora de abordar su renovación. El conjunto azulgrana está al límite del setenta por ciento que se fijaron como tope salarial. De ahí que el director deportivo, Óscar Grau, haya comentado que ésta es una operación que “se tiene que analizar con la cabeza fría”. Como él mismo ha admitido, la solución pasa “por incrementar los beneficios”. Y la vía más rápida para conseguir eso es la venta de jugadores. La necesidad, aunada al escaso rendimiento de los suplentes, hace que esta posibilidad gane fuerza.
El Barcelona deambula con un futuro incierto. La crisis de resultados en la competición doméstica ha propiciado que se dude de un equipo que en nada se asemeja al de años atrás. Luis Enrique, que aún cuenta con el beneplácito de la directiva, debe afrontar soluciones inmediatas para revertir una situación alarmante. No sólo deportiva, sino también personal, después del desplante de los jugadores que se negaron a acudir a Zúrich a la gala de los Premios ‘The Best’, en contra de lo que dictaminaron los altos cargos del equipo.
En estos malos momentos sólo hay un jugador cuyo rendimiento no se ha apagado sobre el césped: Messi. El argentino es la única luz, como así dictaminan sus últimas actuaciones, donde es el único que mantiene desequilibrio y gol. Sin embargo, su contrato vence en junio de 2018, y su renovación está aparcada. El argentino, de pretensiones altas, aspira a dar el enésimo salto en su ficha. En el club parecen dispuestos a hacer todo lo posible, pero los números, por el momento, no lo permiten.
Así lo muestran las últimas palabras de Óscar Grau, director deportivo del Barcelona: “Es un tema que se tiene que analizar con la cabeza fría y con sentido común”. Los salarios actualmente son un problema mayúsculo para el Barcelona, como confesó Susana Monje, vicepresidenta del área económica, a comienzos de este curso: “Hemos de ser conscientes de que tenemos que ser rigurosos. Operamos en un mercado inflacionista y hay que trabajar en las medidas de control por bien del club”. Palabras que pronunció después de que se hiciera oficial que el Barcelona gastaba un 69 por ciento de los ingresos en los contratos de sus jugadores.
Según ha afirmado Grau, no pueden sobrepasar el “setenta por ciento”, por lo que “una solución pasaría por incrementar los ingresos”. La forma más fácil y segura es hacer caja, después de un esfuerzo mayúsculo para prolongar los contratos de Suárez y Neymar. Precisamente el brasileño, con veinticinco millones netos, es el que más dinero fijo tiene garantizado por año. Messi, en torno a los veintidós, aspira a que su ficha se eleve a los treinta y cinco millones de euros netos, una subida para quitarle cualquier tipo de idea contraria a la de permanecer en el club que pueda emerger en su cabeza.
Ese es el objetivo del Barcelona ahora mismo. “El deseo del club es que el mejor jugador del mundo y de la historia se quede. Me gustaría tranquilizar a los socios y aficionados, pero debemos hacerlo desde el sentido común”, ha expresado Grau. Este último matiz hace patente la dificultad que entraña para los azulgranas incrementar el salario de su mayor figura. Tras un desembolso desorbitado en suplentes este verano, el Barcelona podría abogar por soluciones como la salida de jugadores.
La vuelta de Munir y la venta de Alcácer, la marcha de un Rakitic cada vez con menos galones… Lo que está claro es que hace falta dinero, y la mejor forma de conseguirlo es a través de ventas. Esta necesidad, aunado al mal rendimiento de muchos de los suplentes, podría propiciar esta carambola, propiciada por las altas pretensiones del argentino, que han descolocado al Barcelona.
Alberto Puente