Tras cuarenta partidos invicto, el Real Madrid parece más vulnerable que nunca. La plaga de lesiones y la falta de intensidad han hecho mella en un conjunto que hace un mes parecía inabordable. Sin embargo, estos números no son más que un tránsito obligado al que antes o después debían hacer frente. El conjunto blanco suma tres tropiezos en cuatro partidos, similar a los números que firmó el Barcelona el pasado curso, cuando cosechó cuatro derrotas en cinco encuentro en el mes de abril. Después los azulgranas conquistarían el doblete. Es simplemente cuestión de rachas.
Hace apenas un mes era difícil de presagiar la crisis en la que iba a sumirse el Real Madrid. El empate postrero de Lucas Vázquez frente al Celta no sirvió para evitar la debacle en la Copa del Rey, para tristeza de aquellos aficionados en los que el día del sorteo irradiaba una manifiesta sonrisa por haber evitado a los dos principales opositores al título. El tropiezo ante el equipo vigués en la ida, y frente al Sevilla en la competición doméstica, han propiciado que la racha de cuarenta partidos invictos quede ya muy lejos para los merengues.
Ya le pasó a aquel mágico Madrid de Ancelotti, que parecía inabordable y se resquebrajó de un plumazo. La situación actual recuerda mucho a la que se vivió por aquel entonces, con lesiones y un decrecimiento importante en la intensidad. Ese matiz es precisamente lo que ha desatado el enfado de la grada blanca, enfurecida con figuras como Benzema, impasivas ante la necesidad, y Danilo, cuyo rendimiento no consideran adecuado a las exigencias del club.
La realidad es que los tres tropiezos en los últimos cuatro envites del Madrid no son más que una lógica que responde a la premisa de las rachas. Nadie escapa a los baches y Zidane, pese a sus experimentos de última hora, tampoco. La mala fortuna para los blancos ha sido resbalar en un mes cargado de partidos, y que les ha dejado ya sin opción alguna al tan ansiado triplete. Sin embargo, los precedentes dejan claro que igual que han bajado, en cuestión de días se producirá un ascenso que les permitirá retomar el nivel de antaño.
El último y más claro ejemplo para el Madrid se encuentra en el eterno rival. El Barcelona de Luis Enrique naufragó en el mes de abril de la pasada campaña. Lo que empezó con un tropiezo intrascendente ante el Madrid, continuó con derrotas frente al Atlético de Madrid, Real Sociedad y Valencia. Su bache también le salió caro, pues el envite con los rojiblancos coincidió con los cuartos de final de la Champions, donde sufrieron un fuerte revés.
En resumen, cuatro derrotas en cinco partidos tras una racha inmaculada de treinta y nueve duelos sumando puntos. Su ventaja en Liga se desvaneció hasta quedarse con sólo un punto de renta. En cambio, despertaron a tiempo para consumar el doblete (Liga y Copa). Dos debacles similares e imposibles de esquivar. El Madrid debe pugnar para levantar a tiempo el rumbo como hicieron los azulgranas. No todo es tan oscuro, es sólo cuestión de rachas.
Alberto Puente