Con la mente puesta en aspirar a todo, Luis Enrique, como otros muchos técnicos, abogó por un sistema de rotaciones para evitar “el cansancio y las lesiones”. Su fondo de armario, en el que el Barcelona desembolsó el verano pasado más de cien millones, no ha estado a la altura y se ha saldado con excesivos tropiezos en la competición doméstica. Un riesgo que el técnico azulgrana asumió para llegar que sus pupilos más cualificados llegaran al segundo tramo de la campaña en las mejores condiciones. Sin embargo, la intensidad y el estado físico fue precisamente lo que se echó en falta ante el PSG.
Las rotaciones, una obsesión
Luis Enrique, al igual que otros técnicos, ha arrastrado una profunda obsesión desde que arrancó la temporada: las rotaciones. La intensidad, la exigencia física, es una obligación para aquellos conjuntos que aspiran a cosechar todos los títulos. En el recuerdo está el Madrid de Ancelotti, cuya imbatibilidad se resquebrajó hasta el punto de desinflarse de tal manera que se quedó en blanco. Una decepción de la que tomaron nota Zidane y otros técnicos como el del conjunto azulgrana, hasta el punto de llevarlo al extremo.
El técnico galo ha sido el primero dar cierto descanso a nombres que hasta hace bien poco era impensable retenerles en el banquillo, como Cristiano Ronaldo o Benzema. El fondo de armario así lo permitía. Luis Enrique no se ha quedado atrás y llegó a explicar los motivos que le han llevado a hacer cambios cada fin de semana: “O roto o la cosa se complica”, expresó recientemente en una rueda de prensa, para justificar la ausencia de algunos de sus jugadores punteros. “Voy a rotar en todos los partidos en los que pueda”.
El problema para el entrenador del Barcelona es que sus suplentes no están a la altura. Y eso que el conjunto azulgrana desembolsó este pasado verano más de cien millones en la contratación de jugadores llamados a ser un relevo de garantías. Los fichajes no se han adaptado al modelo, y no han respondido como se esperaba, de ahí los sucesivos tropiezos que ha sufrido su equipo cada vez que apostaba por introducir a alguno de ellos desde el inicio.
Rotaciones en vano
Un precio que había que asumir, y que le ha costado al Barcelona estar a siete puntos del Madrid. Sin embargo, el sacrificio parecía necesario para encarar con garantías la fase final de la Champions League. Sin embargo, tras lo vislumbrado el pasado martes, el sistema de rotaciones de Luis Enrique ha sido en vano. Entre los muchos aspectos que decantaron el partido a favor del PSG, hubo uno diferencial que desencadenó en la aplastante goleada: el físico.
El conjunto parisino exhibió un ritmo abismal, en comparación con el de su rival. A cada robo le siguió una galopada de cincuenta metros. Daba igual quien fuera. La presión y la intensidad del PSG pillo por sorpresa a un Barcelona apagado, que cedió en cada duelo individual y en cada balón dividido. Sin la ayuda de la MSN en defensa, resaltaron una vez más las carencias de Iniesta, Andre Gomes y Busquets en el aspecto más físico. La maniobra de Luis Enrique no ha surgido efecto, y el Barcelona despide la Champions después de quedarse contra las cuerdas en el campeonato doméstico.
Alberto Puente