Hace cinco años que Carla se levantó una mañana y le dijo a su madre “quiero ser portera de un equipo de fútbol”. Ahora, la guardameta de un equipo asturiano se ha visto envuelta en un caso de sexismo en el fútbol base.
Carla Moolenaar tiene 12 años y unas cualidades innatas para atajar los balones que llegan a su portería. Se formó en el Alcázar, y a partir de la temporada que viene será portera del Sporting de Gijón. A ella lo que le gusta es jugar al fútbol. Da lo mismo si con el pelo corto o largo, con sus 163 centímetros de altura fue, la semana pasada, la heroína de su equipo ante el CD Tropezón en el Torneo de Ribadeo.
Durante dicha competición, la habitual en la selección asturiana femenina de fútbol 8 que jugaba en el Asturias Femenino, un equipo creado con el único propósito de que las chicas que aman el deporte rey disfrutaran del torneo, fue confundida con un chico por el entrenador del Tropezón A, de categoría alevín. El encuentro, que terminó sin goles, se decidió en la tanda de penaltis. Fue ahí donde la meta asturiana detuvo dos de los tres lanzamientos, dando a su equipo el pase para la siguiente ronda.
El mal perder del entrenador rival hizo que tras el encuentro reclamara a la organización del torneo que Carla en realidad no era una chica, sino un chico llamado Hugo. Una excusa fácil para un entrenador que, sin embargo, no le iba a llevar por buen camino, pues los equipos podían ser formados por chicos y chicas, tal y como respondió la organización.
Asunción Torre, madre de Carla, no quiso entrar a valorar la importancia que pudiera tener que su hija Carla fuera Carlo o Hugo, ni saber qué les pudo llevar a pensar que un equipo llamado Asturias Femenino llevase a un niño como portero. «Al terminar el partido me contaron que el entrenador había denunciado al comité que la portera era en realidad un niño. Un niño que se llamaba Hugo. Mi hija, como todas las demás jugadoras, llevaba su nombre detrás, en la camiseta», declaró Asunción Torre en un post de Facebook.
Tanto los padres como la hija echan de menos las disculpas del entrenador. “Al menos yo cuando me confundo en algo, pido perdón y ya está” dijo la guardameta que, pese a su corta edad, ha demostrado tener una gran madurez. La única que ha plantado cara en el asunto ha sido la mujer del técnico implicado, según aseguran desde la directiva del club cántabro.
Al fútbol se juega con las piernas, la cabeza y el corazón, no con el sexo. Carla, al igual que las demás deportistas, luchan por sus objetivos. Como los hombres, las féminas se preparan día y noche, mes a mes, año a año. Su esfuerzo y sacrificio es el mismo. Y el primero que lo tiene que saber es el entrenador, encargado de gran parte de la educación.
Marta Martín Gómez