Hicieron falta pocos minutos para despejar ciertas dudas en el juego. Chile se posicionó atrás y cedió la posesión a Portugal, que por momentos parecía no saber qué hacer con el balón. Al menos, las sucesivas pérdidas, eran lo que reflejaban. André Gomes, muy suelto por la medular, fue el primero en tomar contacto con la portería rival. Sin embargo, fue el vigente campeón de la Copa América el que más miedo sembró a los seis minutos de encuentro. Un pase milimétrico de Alexis habilitó a Vargas, que no supo definir en el mano a mano ante un inmenso Rui Patricio.
La respuesta no se hizo esperar. Gomes combinó con Cristiano, y este, de primeras, hizo lo priopio con André Silva. Con todo a favor, se topó con Bravo en la búsqueda del gol. La ocasión, eso sí, sirvió para que los lusos impusieran su dominio. Con Gomes como eje y Ronaldo pegado a la banda izquierda, Portugal lo intentó con insistencia, pero sin nadie que abriera un hueco en los últimos metros. Amarilla de Jara al margen, Chile no sufrió en exceso, y lo reflejó con llegadas rápidas, sin apenas transición de balón. De un balón colgado por Pablo Hernández pudo llegar el primero. Vidal probó sin fortuna la chilena y Aránguiz voleó directamente fuera.
La alta intensidad del envite se mantuvo con el transcurso de los partidos, pero la inercia cambio. Chile adquirió terreno y provocó las amarillas de William Carvalho y André Silva. El área rival, eso sí, no fue muy transitado en los últimos quince minutos de la primera mitad, que concluyeron con una elevada sensación de equidad tanto en el juego como en las oportunidades para haber deshecho la igualada.
La segunda mitad se relanzó con tintes semejantes, pues fue Portugal la que con más ahínco buscó la meta rival. André Gomes, tímido en el disparo, dio el primer aviso. Chile transmitía incomodidad con el balón en las posesiones largas, pero supieron aprovechar los espacios lusos. Vidal, de cabeza, anduvo cerca, pero su remate se marchó por encima de la portería de Rui Patricio. Entre tanta incertidumbre, la mejor noticia para los espectadores fue comprobar que ambos conjuntos eran reacios a una hipotética prórroga.
Eso es lo que se vislumbró tras el primer cuarto de hora del segundo tiempo. Primero Vargas, con una chilena a la salida de un córner, y después Cristiano, con un potente disparo en las inmediaciones del área, obligaron a intervenir, y de qué manera, a los guardametas. Fue ese instante en el que el partido quedó completamente roto, con sucesivas idas y venidas al área rival. Vidal, ante la complejidad de rematar cómodo, rozaba la escuadra desde la frontal.
El paso de los minutos, en cambio, dictaba que los treinta minutos reglamentarios serían necesarios para resolver una contienda en la que nadie conseguía imponer del todo su estilo. Y así fue. Lástima que la fatiga hiciera mella a dos equipos que finalmente se rindieron al desempate con un patente conservadurismo. Y con un VAR inexistente, que no se utilizó para vislumbrar un claro pisotón sobre Silva en el área. Sobre la bocina lo rozó chile, con dos balones a la madera de Vidal y Rodríguez. Fue el último asedio que precedió a los penaltis.
En la tanda, al que menos le pudo la presión fue a Bravo, que detuvo los tres primeros lanzamientos para frenar a la vigente campeona de Europa. Chile espera en la final a Alemania o México.
Alberto Puente