miércoles, octubre 2, 2024
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La traición de Neymar: un pufo sin precedentes para el Barcelona

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Su nombre no tardó en aparecer en las portadas de los principales diarios deportivos y en las televisiones del país. Con sólo dieciocho años Neymar empezó a deslumbrar al mundo en Brasil con sus filigranas. Apuntaba a crack, y los equipos Europeos empezaron a tantear su fichaje, pese al enorme costo que suponía sacarlo tan joven de Brasil, más allá del riesgo de apostar por un jugador que no se había curtido en una gran Liga. El cerco quedó reducido a dos equipos: Madrid y Barcelona. Florentino, consciente de la exagerada suma del fichaje, abogó por abandonar la carrera. El equipo azulgrana, insistente, encontró su premio. Por aquel entonces no sabían cuántos males iba a generar aquella operación.

Cuatro años después de que el brasileño aterrizara en Barcelona aún se desconoce cual fue el costo de la operación. La Fiscalía lo tasa en torno a 95 millones de euros, Bartomeu reconoció que el “montante global” era de más de 100 millones y algunos diarios lo elevan hasta los 190 millones de euros. A esto habría que añadirle los más de doce millones al año de media que le ha supuesto el brasileño al Barcelona, más diversas primas. Un montante al que el brasileño ha respondido con 105 goles y 59 asistencias en 1886 partidos. Cifras que le han valido para contribuir a diez títulos, entre los que solo se encuentra una Champions. 

Su adiós podría no haber sido doloroso, pero la apuesta que realizó el Barcelona por el jugador fue más allá del dinero. Tras vislumbrar que tenía madera para suceder a Messi, los altos mandos se volcaron para defender su contratación. Solo un año después de la llegada del jugador, en 2014, la Fiscalía solicitó al juez Pablo Ruz la admisión a trámite de la querella contra Sandro Rossell por irregularidades en los contratos de Neymar. Días después se conocía la dimisión del entonces presidente, que habría pagado 40 millones al padre del jugador para asegurarse su llegada cuando aún militaba en el Santos.

En ese mismo curso la Fiscalía solicitó la imputación del club por delito fiscal en el fichaje de Neymar. En 2015 le llegó el turno a Bartomeu, actual dirigente del Barcelona y Javier Faus, entonces vicepresidente económico del equipo. El revuelo persistió hasta 2016, cuando tras la declaración de varias personas la Fiscalía sentó en el banquillo a Neymar, su padre, el Barcelona y el Santos. Todo concluyó con una multa pactada de 5,5 millones de euros que puso un fin a la contratación más irregular de la historia del fútbol.

El balance, demoledor: pagos, dimisiones, imputaciones… Todo con tal de sostener el fichaje del próximo crack mundial. Esfuerzos en vano que ha ignorado Neymar. Eso, y el cariño de todos sus compañeros, que durante esta pretemporada han tratado de convencerle. Poco le ha importado el proyecto deportivo al brasileño, que sin decir una palabra a la directiva les ha dejado sin un recambio inmediato. Esta mañana se ha presentado en la ciudad deportiva y se ha despedido de todos. Un adiós solo justificado por el dinero catarí y el liderazgo que asumirá en el PSG.

Para el Barcelona, el adiós supone un pufo sin precedentes. El pago de la cláusula, de 222 millones de euros, servirá, si acaso, para suplir los gastos de su fichaje. Sin embargo, el costo que le ha supuesto al club pasar por los juzgados para defenderle nunca será reparado. Algo desagradecido, Neymar afronta ahora una nueva etapa en París, rodeado de brasileños, los mismos que poco a poco han dejado el Camp Nou. Ni la marcha de Figo hizo tanto daño a una entidad, que ahora debe buscar un sustituto a la altura, aunque no lo haya en el mercado.

Alberto Puente

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