Neymar ya no es jugador del Barcelona. El traspaso que la directiva azulgrana negó incrédula a lo largo de esta semana se ha hecho efectivo este jueves. El pasado miércoles, a través de las redes sociales, el club azulgrana destapó la ausencia del brasileño en el entrenamiento y su intención de dejar el equipo, después de despedirse uno a uno de casi toda la plantilla que le ha acompañado en sus últimos cuatro años. En ese momento, cuando la cifra de los 222 millones revoloteaba, Javier Tebas incendió el asunto tras afirmar que LaLiga no aceptaría dicho movimiento, al desconocer de dónde procedía el dinero.
No era un farol, y en la mañana de este jueves así lo ha remitido el presidente de este organismo. Sin embargo, la Ligue 1 ha reclamado a LaLiga su ausencia de competencias en este tema y le ha solicitado que se «ajuste al reglamento FIFA y a sus atribuciones». La operación, como era de prever, se ha cerrado finalmente esta tarde, después de que el brasileño, junto a sus abogados, hayan acudido en persona a las oficinas del club. El futbolista ha aportado los 222 millones de su cláusula de rescisión y ha dejado ya de pertenecer a la entidad blaugrana.
El futbolista pone punto y final a una etapa en la que ha despegado como jugador, aunque siempre a la sombra de Messi. Quizás ese haya sido uno de los motivos de una marcha sin previo aviso que ha sentado mal tanto a los directivos como a jugadores. A la afición, por supuesto, también. A lo largo de los dos últimos días diversos seguidores han compartido vídeos en los que muestran la camiseta del brasileño en llamas. Así, por la puerta de atrás, se marcha el mayor proyecto de futuro.
Alberto Puente