Leo Messi confluyó con Ronaldinho, aguardó su final y después le sucedió. En eso pensó el Barcelona cuando además de un desembolso cuantioso defendió a Neymar costa de dimisiones e imputaciones. El brasileño también confiaba en tomar el relevo, pero una instantánea en el Camp Nou tras una remontada histórica terminó por convencerle de que a medio plazo eso jamás sucedería. La falta y el penalti anotados ante el París Saint-Germain le debieron convertir en el héroe de aquella noche, pero fue Messi, agolpado entre los aficionados, el que sustrajo toda la atención. Ahí entendió todo el brasileño, siempre viviría a la sombra de un futbolista al que aún le sobran años de excelso fútbol.
La predilección por Suárez y Messi, la posibilidad de alzar títulos y labrarse un futuro de éxitos no ha sido motivo suficiente para quedarse. Ni siquiera la opinión de su padre, aunque eso aún está en entredicho por los aficionados, según dictan los mensajes en las redes sociales. Él estaba dispuesto a marcharse y el único pretendiente capaz de hacer frente a una operación que ronda los 500 millones de euros era el PSG. Un equipo de la Liga Francesa hecho a base de talonario que en los últimos años no ha roto la barrera de los cuartos de final en la Champions League. No obstante, su criticado movimiento está razonado.
Si en su llegada a Barcelona llenó medio Camp Nou, ahora toda Francia se ha pegado por tomar un asiento en El Parque de Los Príncipes. Su camiseta, de cual han hecho cinco mil impresiones en una noche, se vende en las tiendas a 155 euros. Es el nuevo ídolo, el protagonista en mayúsculas, el hombre sobre el que girará un proyecto, y podrá escoger por dónde moverse sobre el césped. Unai Emery señaló la importancia de tener un ‘Top 5’ y la respuesta de la directiva ha sido total. A Neymar le esperan sus amigos: Dani Alves, Marquinhos y Lucas Moura. Pero lo que le aguarda es un reto elevado que si alcanza le aupará al Balón de Oro, el sueño que persigue desde joven y que jamás hubiera logrado en el Barcelona, como ningún jugador no llamado Cristiano Ronaldo lo hará en el Madrid.
Esa es su ansiada meta y la Champions es el camino que le conduce a ella. El historial del PSG niega la posibilidad de esta consecución, pero lo cierto es que la plantilla puede explotar en cualquier momento. En la ida frente al Barcelona, con aquel 4-0, lo hizo. Cada jugador alcanzó su culmen y el repaso fue brutal. El ‘pecado’ fue la relajación y el miedo que les llevó a rozar el ridículo en el partido de vuelta. Una asignatura por aprender, y quizás ya estén todas. La realidad es que la plantilla, por nivel, está en el Top 3 mundial.
La llegada de Alves ha dado un impulso a una zaga notable. A partir de ahí, el PSG saca sobresaliente. Krychowiak, Verrati, Motta, Pastore, Matuidi y Rabiot aseguran un centro del campo con dos hombres por puesto. En la delantera: Neymar, Di María, Cavani, Ben Arfa, Draxler, Lucas Moura… Una lista interminable de nombres, que bien físicamente pueden tumbar a cualquiera. A ello hay que sumarle el ‘efecto llamada’ que produce Neymar. El dinero ya no será el único incentivo del PSG a la hora de convencer a los distintos futbolistas que tantea en el mercado.
Neymar está más cerca del Balón de Oro a corto plazo, de lo que estaba hace unos días. Sin embargo, su margen de error se ha estrechado. La Ligue 1 tendrá que ser un paseo para él, que en su presentación ya ha afirmado su intención de jugar este sábado en la primera jornada del campeonato liguero. Odiado por unos y ahora amado por otros, el brasileño tendrá que lidiar con más focos que nunca. Sin excusas después de tomar su propia decisión, afronta un futuro incierto donde la barrera entre la gloria y la rendición es estrecha.
Alberto Puente