Más de quince minutos tardó el Real Madrid en despertar de su ‘pájara’. El resultado se mantuvo intacto en ese periodo, gracias a la escasa fortuna del Numancia y a las manos de Casilla, que probablemente haya disputado su último partido como jugador blanco si se confirma la llegada de Kepa, un joven llamado a ser titular en un futuro a corto plazo. Pere Milla, Diamanka y, sobre todo Higinio, asustaron a los de Zidane, que tomaron el esférico para evitar que la alarma volviera a sonar.
Lucas Vázquez fue el primero en buscar la portería rival, siempre avalado por Asensio y Bale, que se erigieron en los timones de la ofensiva blanca. El encuentro entró en su fase más apagada, con un Numancia más replegado y un Madrid de posesiones largas. Mayoral, el ‘nueve’ de Zidane ante la lesión de Benzema, erraba una clara ocasión tras un buen centro de Asensio. A la media hora, un leve agarrón de Theo sobre Dani Nieto dentro del área fue muy protestado por el público de Los Pajaritos.
El colegiado, que no señaló esa dudosa pena máxima, no dudó cuando minutos después Carlos Gutiérrez derribó a Lucas Vázquez. La acción no dejó duda alguna y Bale, el que más galones tenía de los que estaban sobre el césped, ejecutó el penalti. Fácil, engañó al meta con un disparo a su izquierda. Un tanto que echó el cierre a una primera mitad amarga, donde también hubo espacio para las reivindicaciones políticas. Al comienzo del duelo, con la luz de los móviles y bajo el grito “Soria ya”, la afición reivindicó la falta de infraestructuras de la provincia. Una batalla que esperaban ganar tras la derrota momentánea al descanso.
Tras el descanso el guión no cambió. El Madrid fue incapaz de imponer la superioridad que aparentaba su 'segunda unidad' y el Numancia creyó que todo era posible. «Sí se puede», entonó Los Pajaritos tras vislumbrar cómo su equipo no se derrumbaba ni con diez. Y es que, tras el percance de la lesión inicial de Ripa, llegó la expulsión de Diamanka, que recibió la segunda amarilla tras una fea entrada con los tacos al tobillo de Nacho.
Quedaba media hora por delante, pero tanto Higinio como Íñigo Pérez sembraron la duda. Sobre todo el segundo, que tras un robo en campo rival se atrevió con un disparo desde mitad de campo. Medido, perfecto, superó a Casilla y sólo la madera evitó que se culminara la obra de arte. Cuando todo parecía evocado al empate, Lucas Vázquez, el más insistente, forzó otro penalti, de nuevo claro. Esta vez el encargado de lanzarlo fue Isco, que con potencia puso distancia en el marcador.
A última hora, Mayoral cumplió con su papel y, de cabeza, puso el tercero, que nada hacía justicia con lo que se había vislumbrado sobre el césped. Mérito el del canterano, que sigue intentando convencer a Zidane de que es igual o más válido que Benzema. Sea como fuere, el Madrid ha cerrado prácticamente la eliminatoria. Eso sí, con el mínimo esfuerzo y un resultado engañoso. El Madrid sigue de vacaciones.
Alberto Puente