Sin titubeos ni respeto alguno, ambos equipos se enzarzaron en una contienda más igualada de lo que se preveía, al menos por el diferente estado de ánimo en el que llegaban para afrontar este envite copero. Sin tiempo para aclimatarse Vázquez ya pisó el área rival y dio el primer susto a la familia rojiblanca. Sí, fue el Sevilla el que más intención le puso de inicio. Al menos el que más propuso, con intención de generar con el balón. Sarabia, sólo unos minutos después, también se quedó muy cerca de abrir la lata.
Pero no había un guión establecido. El Atlético, a pesar de encontrar a Vitolo, también supo generar peligro. Llegó incluso a anotar, pero el gol fue inmediatamente invalidado. Si bien Diego Costa se elevó y ejecutó a la perfección, lo hizo bendecido por un agarrón de Griezmann a Corchia. El hispano-brasileño lo intentó poco después, ya en el ecuador de la primera mitad, con otro testarazo imperial que fue repelido por Sergio Rico, con una estirada que habló por sí sola del nivel del guardameta.
Griezmann aprovechó la buena inercia para probar con un disparo lejano. A partir de ahí, siguió el toma y daca. Mano a mano de Correa que tapó Moyá, y disparo de Costa que rechazó Rico. El suplente de Oblak volvió a erigirse en salvador, al despejar un disparo de Escudero con mucho efecto, que pese a ejecutarse a más de treinta metros iba directo a la escuadra. Con esa sensación de igualdad y de dificultad para deshacer el marcador se alcanzó el descanso.
Algo no le gustaba a Simeone, que decidió apartar a Vitolo, que en los últimos minutos había conseguido asomarse en la zona ofensiva. Su apuesta fue Carrasco, al que le bastó poco para tomar más presencia que el canario. El partido, en cambio, seguía bajo la batuta del Sevilla, que tomó el control de balón e incomodó a un Atlético cuyo único actor principal era Diego Costa. El delantero estuvo en todas las acciones ofensivas y desesperó a la zaga rival, forzando incluso la amarilla de Mercado.
Precisamente Costa anduvo cerca de rematar un centro que le dejaba sólo frente a la portería. Las ocasiones, eso sí, brillaron por su ausencia en el segundo periodo. Llegado el ecuador la mejor oportunidad rojiblanca llegó de un despeje de Lenglet, que tocó en el poste y no se introdujo en la portería de milagro. Simeone, consciente de que el conjunto andaluz cada vez llegaba con menor frecuencia, intentó aportar frescura en el ataque. Retiró a Griezmann, que apenas destacó sobre el césped, y le dio una oportunidad a Carrasco.
Sin embargo, el relato estaba escrito. Costa era el mejor sobre el césped, y no iba a tardar en materializarlo. Aprovechó un rechace para rematar cruzado en el perfil izquierdo del área, batir a Rico y desatar la locura en el Wanda Metropolitano. Es, de nuevo, el héroe rojiblanco. No ha necesitado adaptación ni aclimatación de partidos para ofrecer su mejor versión. Lástima para los locales que Navas propiciara el empate en su primera intervención sobre el césped. Su centro tocó en Lucas, se envenenó y Moyá, a la que trataba de despejarlo, lo introdujo en su portería. No iba a ser la última desgracia para el Atlético. A última hora, Correa batió a Moya en el mano a mano y deja herido a los rojiblancos.
Alberto Puente